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Vicentico Valdés: algo más que la voz de un bolerista (I)

8 de julio de 2016

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A mediados de los años 50 del pasado siglo, el vocalista Vicentico Valdés fue bautizado por un importante comunicador radial de Puerto Rico, como “La voz elástica de la canción”. Quizás en ello determinase su desigual fraseo, acentuadas cadencias e inusitados melismas, en ocasiones, arropados por un discreto empleo del tempo rubatto, y que hablan de un estilo muy personal e inconfundible en un bolerear recurrente de lo íntimo-brumoso, con cercanos asomos a una marcada plática cantada.

Quizás se haga necesario antes de proseguir estas notas, despejar una interrogante que ya se ha vuelto antológica entre los melómanos, y es la que postula si Vicentico forma parte del linaje de músicos de apellido Valdés, tan profuso en nuestra historiografía musical.

Se puede afirmar que, desde tiempos inmemoriales, en la música cubana abunda el apellido Valdés, es más, en algunos casos, hasta se pudiera hablar de una “dinastía Valdés”, aunque como es natural, no casi todos los que llevan ese apellido en la música cubana, son de una misma familia. Vicentico Valdés, por ejemplo, forma parte del linaje artístico de Alfredito, Marcelino, Oscar, Lázaro y Lazarito Valdés, todos excelentes cantantes, pianistas y percusionistas de altos vuelos musicales.

La impronta de Vicentico Valdés como excelente cantante, en el amplio panorama musical cubano, ocurre en el ya lejano año 1937, cuando entró a formar parte del Septeto Nacional para ocupar la vacante que dejaba su hermano Alfredito.

Algo después, Vicentico pasó a las filas de las legendarias agrupaciones de sones Sexteto Jabón Candado, y el sexteto Los Leones junto a Cristóbal Dobal y Marcelino Guerra, para luego recalar en el jazzband Cosmopolita, donde cobra un amplio destaque a través de los micrófonos radiales. Fue entonces cuando el pianista y compositor danzonero Cheo Belén Puig, le ofrece una ventajosa oferta para integrar su orquesta, por lo que pronto se le pudo escuchar cantando, en esta afamada agrupación del tipo charanga a la francesa.

En 1944 Vicentico Valdés, entonces al igual que muchos otros músicos cubanos, decide pasar a México. Instalado en este país, y siempre con exitosas presentaciones, transitó como guarachero por las filas de las orquestas de Arturo Núñez, Rafael de Paz y Chucho Rodríguez; aunque sus mayores éxitos en tierra azteca ocurren con el Conjunto Tropical, del contrabajista y tresero matancero Humberto Cané, agrupación con la legó una buena muestra discográfica para el sello Peerles como la guaracha Negro bonito de la autoría del contrabajista Humberto Cané, y el bolero-mambo titulado Qué te parece.

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