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Valoraciones de José Martí sobre el pintor español Raimundo Madrazo

19 de febrero de 2016

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Raimundo de Madrazo en su jardín de París, pintado por Joaquin Sorolla en 1906

Raimundo Madrazo en su jardín de París, pintado por Joaquin Sorolla en 1906

 

En diferentes etapas de su breve pero fecunda existencia José Martí reflejó en sus trabajos periodísticos valoraciones acerca de aspectos relacionados con manifestaciones artísticas y la labor de los creadores y escribió aobre exposiciones que visitó y notables pintores.
Precisamente el 21 de febrero de 1880 aparece en la revista norteamericana The Hour el primer artículo suyo en inglés escrito en el que hace referencia a Raimundo Madrazo, quién fue un pintor español realista del siglo XIX.
En su trabajo señala que así como los cuadros de Rafael son paradisíacos y en los de Miguel Ángel siempre aparece el infierno, las pinturas de Madrazo están animadas de intensa pasión humana con el entusiasmo y la energía de la juventud. Expuso que era encantador pero que especialmente en sus telas es donde se revela tal cual es –alegre, brillante y radiante. Resaltó que todos sus cuadros están animados de intensa pasión humana con el entusiasmo y la energía de la juventud.

 

"La toilette" (1890), Raimundo Madrazo

“La toilette” (1890), Raimundo Madrazo

 
Comentó, además, que él vive, ama y ríe en amplia luz solar, con luz en su paleta y luz en su corazón.
Para Martí las obras de Madrazo no necesitaban su firma ya que, según afirmó, “las reconocemos inmediatamente y esto por sí solo es ya un placer.”
Patentizó que la individualidad es el sello del genio y que Madrazo había encontrado el secreto de la originalidad, “no en las absurdas fantasías de la escuela impresionista ni entre los discípulos del ultrarrealismo, ambas buscadoras desesperadazas de críticas favorables.” Y detalló al respecto: “Lo encontró donde debía hallarse, en la verdad y en la sencillez, sin alterar brutalmente la realidad de la naturaleza.”

"Los enmascarados" (1875-78), Raymundo Madrazo

“Los enmascarados” (1875-78), Raymundo Madrazo

Martí igualmente planteó que Madrazo le ha preguntado a la suave brisa de dónde viene y adónde va, cómo juguetea con las nubes o sopla a través del corazón de las grandes ciudades y enfatizó que él ha tenido el atrevimiento de mirar al sol cara a cara, y ¡cuántas rosas espléndidas le han brindado sus pétalos para que pudiera perfeccionar sus ideas acerca del color!
A Madrazo lo calificó Martí como un verdadero bohemio, un español genuino, soñador como un árabe, fumando sin cesar como un húngaro en su pipa jamás exhausta y señaló que de esta manera ha creado algunas de sus obras.
Sobre Madrazo también expuso en ese trabajo publicado en The Hour que sus obras consuelan, “¡son tan frescas, tan ligeras, tan puras!”
También destacó al valorar la trascendencia de la labor de este artista español que su fuerza descansa en su gracia, gracia más bella que la belleza misma; y añadió que su mayor mérito reside en su fidelidad “y es como un espejo en que se refleja el sol.”
Martí lo comparó con otros creadores en distintas manifestaciones artísticas y más adelante significó que Madrazo en sus ensueños sonríe siempre con los ojos medio cerrados, quizás para apreciar mejor los maravillosos cambiantes de la luz.
Y aseguró: “Lilas, azules flores de aciano y rosas de intenso rojo constituyen su ambiente natural; la violenta tempestad queda en el olvido y es suya la frescura de los mediodías primaverales.”
En este trabajo sobre Raimundo Madrazo, publicado el 21 de febrero de 1880, en The Tour en los Estados Unidos de América, Martí expuso que su verdadera cuna fue una paleta; cuando abrió los ojos vio a un pintor y también detalló que sus juguetes fueron pinceles y cajas de pintura.
Y al comentar sobre sus fuentes de motivación precisó que fueron el sol de España y el cielo de Zaragoza los que le habían provisto de la luz alegre que presta una sonrisa a sus cuadros más serios.
Martí igualmente planteó que Madrazo perduraría porque pintó su propio tiempo, su época, pero que jamás será un pintor épico y que permanecerá por siempre como un exponente en colorido.
Y en la parte final de dicho trabajo tras formular la pregunta: ¿Permanecerá Madrazo afuera o retornará al reino de las sombras?, manifestó: “No hay noche para él. Permanecerá por siempre a la puerta iluminada por la luz del sol, que es la dueña de su espíritu.”

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