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Valoraciones de José Martí sobre Cayetano Soria

5 de junio de 2020

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José Martí, 1960 Eduardo Abela José Martí, 1960 Óleo sobre madera

José Martí, 1960, Eduardo Abela, Óleo sobre madera

 

José Martí no solo hizo referencia en sus discursos y trabajos periodísticos a relevantes figuras de la cultura y otras personalidades, ni tampoco a destacados luchadores por la independencia de Cuba, sino, además, escribió en torno a obreros cubanos radicados en el territorio estadounidense, como fue el caso de Cayetano Soria.

Este con esfuerzo continuo alcanzó una muy buena posición económica pero la riqueza no lo deslumbró, ni le hizo sentirse por encima de los que menos recursos tenían y siempre puso en evidencia su disposición de ayudar a los demás.

Precisamente acerca de sus cualidades, Martí se refirió en un trabajo reflejado en la edición del 28 de mayo de 1892, en el periódico “Patria”, tras haberse producido el fallecimiento de Soria.

En dicho trabajo señaló: “Era un rico benévolo, era un obrero que no se envaneció con la riqueza, era un cubano que no veía en la riqueza el pasaporte para la indiferencia o el egoísmo: era un compañero de todos los que padecían: un hombre bueno era Cayetano Soria.”

Y seguidamente expuso: “Quien nada le pidió, quién rechazó lo que le ofrecía, tiene derecho a elogiarlo. Tiene el deber de elogiarlo quién fue un día recibido por él, en la casa levantada por su labor, con la franqueza de su mano, y la mirada triste e inq1uieta de sus ojos azules.”

Comentó Martí que amable debió ser en vida aquel a quien sigue descubierto a la tumba un pueblo entero.

Y enfatizó: “Así se alzan los pueblos; no apedreándose las casas de acera a acera, ni recortándose los méritos como cortesanas envidiosas, sino reconociendo el mérito a pleno corazón, convidando a la virtud por el estímulo del respeto con que se la premia, juntándose los hombres en una casa sola, para venerar y amar, como los cubanos del Cayo, para decir adiós a Soria, se juntaron en el Liceo San Carlos.”

Y de inmediato resaltó: “Juntarse: ésta es la palabra del mundo.”

Al referirse más adelante al funeral y entierro de Cayetano Soría, Martí manifestó: “No le han seguido al cementerio por el bien parecer o la obligación de la familia, unos cuantos carruajes perezosos. Las mujeres le tejieron coronas al obrero que no dejó de serlo en la prosperidad, niñas y niños fueron a pie hasta la sepultura del que en el sigilo de la bondad verdadera repartió mucho pan y secó muchas lágrimas, las asociaciones a las que ayudó, y por donde la patria empieza a vivir y se ejercita, cubrieron con sus estandartes el cadáver de quién anheló ver a los hombres asociados, y no les pidió nunca el pago de la lisonja a cambio de sus beneficios, los que le vieron vivir, acudían a declarar, ante el sol, que había vivido bien, y le acompañó a la tumba un pueblo entero.”

Seguidamente detalló: “¡Allá, en el frio de la sepultura, debe arrojar al muerto el cariño de las manos que vinieron a dejarlo en la tierra!: y cuando no se ha merecido, por la generosidad en la riqueza o por la honradez en la pobreza, el amor de los hombres, el muerto debe sentir mucho el frío!”

En ese trabajo sobre el fallecimiento de Cayetano Soria, Martí también se refirió a su tierra natal y lo que ocurría en esos instantes en que se había producido su muerte.

Señaló: “Cuba, que está ahora otra vez en la vela de armas, limpiando el acero, limpiándose el corazón, puede levantar su fe, para los días creadores que la esperan, con el ejemplo de este humilde Cayetano Soria, que de la pobreza inculta se levantó, por su poder de orden y su tesón, a la riqueza sin arrogancia, y empleó parte de ella, mucha parte de ella, en contribuir a la libertad de su patria y al bienestar y adelanto de sus hijos.”

Y añadió: “Cuba en los días de ingratitud y batalla íntima en que se sanea y asegura la libertad, recordará con orgullo, y como una deuda más a Cayo Hueso, el espectáculo hermoso del entierro de Cayetano Soria.”

Especificó al referirse al instante en que su cadáver era depositado en la tumba: “Caía la tarde cuando se elevaban en ella, al borde de la fosa de Cayetano Soria, la oración conmovida del sacerdote cubano Deulofeu, el elogio valioso de su colaborador indomable en la patria, José Dolores Poyo, el tributo franco de Antonio Díaz Carrazo, orador de “La Fe” y la palabra hermana y calurosa, la palabra de la amistad y de la república, del venerable de la logia “Félix Varela” de Fernando Figueredo.”

Martí concluyó este trabajo con las siguientes palabras referidas al cubano Cayetano Soria fallecido en Cayo Hueso: “¡Así muere, con un pueblo enjugándole el último sudor, quién ha sido útil al mundo!”.

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