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Valoración al proyecto discográfico Cuba Cantada (II)

28 de marzo de 2019

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GESI-Discografía

 

Resulta muy interesante poder comprobar, con la escucha de este proyecto disco, diversos géneros, formas, y estilos musicales genuinamente capaces de describir arduos procesos, en el curso de algo más de medio siglo, en medio de tantas influencias y corrientes estético-musicales, que, de maneras fugaces o duraderas, se sucedieron en el tiempo, aunque con una tónica de invariable decoro.

La colección de CDS “Cuba Cantada” alecciona con su labor esta afirmación. De ahí la importancia de los libros de Grenet. Acosta y Giro.

Cada uno de estos álbumes discográficos, producidos por el sello “Colibrí”, porta un cuño personal, primordialmente por los factores que en ellos intervienen. Los temas musicales que configuran estos dos discos, pienso que no tienen que ser ensalzados ni descritos. Su larga familiaridad e identidad con el pueblo y la crítica puesta en tela de juicio por años, les brinda una base sustancial propia de sustentación.

Las revoluciones cuando son auténticas, marcan inevitablemente procesos de cambios, transformaciones de índole políticos, rupturas sociales y hasta culturales y esto influye hasta en las costumbres, en este último aspecto la música obligatoriamente tenía que cambiar, si bien, no se trataba de eso –la Revolución no trató nunca de eliminar este o aquel genero, estilo, o forma musical identitaria, todo lo contrario–, más bien, fueron los textos los que se adecuaron a los nuevos cambios.

El maestro Luis Carbonell –el inolvidable “Acuarelista de la Poesía Antillana”– no se cansaba de repetir con acierto: “(…) el Son por su carácter permanente cubano, por su esencia, y ritmo esencialmente criollo, por su métrica y sentido nacional, no exento al extraordinario vinculo con el carácter poético, nunca cambió.(…)”, a lo que aportamos nosotros: Nicolás Guillén, nuestro “Poeta Nacional”, que al verter el Son al carácter de la poesía lo ayudaba a producir textos como “Tengo”, incluido a propósito y como una fehaciente muestra expresada en el CD # 2

Con la revolución y la creación musical se rescataba por segunda vez la guitarra trovadoresca para la creación en la música cubana (la primera fue en las décadas del 40-50 con el movimiento filin).

Estas primeras décadas de los años 60 y 70, marcan hitos para la música popular cubana, recuérdese los ritmos mozambique, el pacá, el mozanchá, la bachata, el melao-son, el Upa upa y otros muchos ritmos y formas musicales. Si bien, no es menos cierto, que en estos años se origina una nueva canción, una trova que en nada rompió con la tradicional, pero que tomó como arma de combate la canción revolucionaria.

En este proceso se originaría un transcurso de búsquedas para la canción cubana, algo similar a lo que estaba ocurriendo en una buena parte de América Latina, Estados Unidos y Europa, el surgimiento de la “canción protesta”, “nueva canción”, “canción comprometida” o “canción política”.

De este proceso se originaría en Cuba, años más tarde, nos recuerda Radamés Giro, “El Grupo de Experimentación sonora”, fundado en 1969 en el “Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos” (ICAIC), por Alfredo Guevara, con Leo Brouwer como director, “La Nueva Trova” que tuvo como antecedente el “I Encuentro Nacional de la Canción Protesta” y más tarde el “Centro de la Canción Protesta”, auspiciado desde 1967 por la Casa de las Américas, dirigida entonces por Haydee Santamaría.

En 1977 se realiza en Cuba el “II Encuentro de jóvenes trovadores”, que desde entonces asumió el nombre de “Movimiento de la Nueva Trova”, contando entre sus fundadores a Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Noel Nicola, Vicente Feliú, Sergio Vitier, Emiliano Salvador, Pablo Menéndez y Eduardo Ramos, entre algunos otros importantes trovadores, al que luego se sumaría Sara González.

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