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Unas líneas para el Monarca (II)

10 de noviembre de 2022

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Antonio Arcaño ha sido uno de los más destacados cultores, del arte musical bailable de Cuba.

Inolvidables, resultan sus innovaciones aportadas en la interpretación del danzón, bautizado por él, como “de nuevo ritmo”, posiblemente, por los comportamientos rítmico-melódicos, mostrados en cada ejecución de la Radiofónica, en los históricos estudios de la emisora Mil Diez, del Partido Socialista Popular.

La impronta de la síncopa de los treseros orientales, añadidos en el tercer danzón, por el eminente flautista y los hermanos López, en 1940, decisivamente revitalizaron, al casi agónico danzón clásico, e indudablemente, dieron paso a otras formulaciones musicales.

Como flautista, Antonio Arcaño fue dueño absoluto de un sonido elegante, refinado como él mismo, especialmente, en sus maneras, y conducta ciudadana; su extensa vida musical, se prodigó por toda la Isla, desde actividades bailables inolvidables; una buena parte de América Latina, disfrutó de su música, a través del disco fonográfico y emisoras radiales de onda corta.

Aún parece escucharse la sonoridad de la Radiofónica, como el nombraba a su charanga ampliada (ocho violines, tres violas, y dos violonchelos), cercana a una sonoridad de claros matices concertantes; acercándonos a grandes piezas de conciertos, recordadas músicas de fondo, al servicio del cine comercial norteamericano, y gráciles e inolvidables temas del teatro musical de Broadway.

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