ribbon

¿Un S.O.S para el baile público en La Habana¿(2)

20 de septiembre de 2013

|

Resulta evidente que estas actividades bailables respondían a la composición y comportamiento de segmentos sociales bien diferenciados.

Conjunto Casino

En verdad, en su mayoría estas sociedades no solo respondían a las especificidades antes enumeradas, pues en ello, también quedaba implicado la polarización de segmentos sociales y estéticos, a consecuencia del color de la piel (habían sociedades para blancos, negros y mulatos), lo que condujo al trazo de líneas mucho más diferenciadoras. Esto en gran parte, afectaba el modo de operación de las agrupaciones musicales y a toda la vida social de entonces, dado el caso, que habían orquestas destinadas, en exclusivo, para tocar en estos ordenes estratificados. Esto indefectiblemente influyó en el modo y estilo de hacer e interpretar la música, e incluso hasta de bailar.

Los años 50 conocieron de sociedades monoraciales destinadas al uso y fomento del baile, tan importante y sólidamente establecidas, como Jóvenes del Filin, Jóvenes del Vals, Curros Henríquez, Club Buena Vista Social (Buenavista Social Club), Silver Star, Marianao Social, Las Águilas, Jóvenes de Luyanó, El Cerro tiene la llave. A estas, se sumaban a la vida socio-musical instituida, las ya más que legendarias Unión Fraternal, Centro de Cocheros, La Caridad, Jóvenes de Luyanó, La Perseverancia, Jóvenes de Atares, Jóvenes de la defensa, etc.
De modo excluyente, en estas sociedades, estaban frenados el uso de algunos géneros musicales, entre otros, la rumba, la conga y hasta la guaracha, por ser considerados entonces, por la propia clase negra, como expresiones musicales retardatarias.
A este acentuado interés por fomentar una escogida vida social para el disfrute del baile, se sumaban además, las ya históricas “Academias de baile”: “Marte y Belona” y “Sport Antillano”, Habana Sport, entre muchísimas otras (en realidad especie de prostíbulos enmascarados por un bien instrumentado ambiente bailable).
Estos lugares, devenidos espacios con mayor acceso –sobre todo por bailadores de la raza blanca-, tenían un antecedente acrisolado en los llamados “bailes de cuna” y luego “escuelitas de baile”, tan florecientes, comunes y prolíferos en el siglo XIX.

Tampoco podemos obviar a los fastuosos salones de baile arropados por grandes y selectivas sociedades monoraciales (blancas) y aristocráticas, entre otras, Miramar Yarth Club, Club Atenas de Cuba (esta última propia de los negros adinerados), Casino Deportivo (sociedad exclusivista donde surgió el hoy popular estilo de bailar la música popular cubana bautizado como “Casino”). Tampoco pueden obviarse, las comarcales españolas como, el Centro Gallego, Centro Asturiano, Centro Canario; o las gremiales, entre las que se pueden enumerar, el Centro de Dependientes, Club o Sociedad de Ferreteros,(El Ferretero), y otros “clubes”, tanto españoles como nacionales y que como propuesta, buscaba con su membresía, el agrupamiento afín en intereses, orígenes y estatus.

Estas nomenclaturas, de una clara tendencia segregacionista, en verdad constituían verdaderas galaxias sociales bien definidas, y podían observarse en todos los rincones del país, desde múltiples filiares asentadas en cabeceras de provincias y otras regiones poblacionales más adentro, aunque con notables y diferenciadores estadios socio-económicos.

Galería de Imágenes

Comentarios