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Un poco de historia (VIII)

18 de septiembre de 2015

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Mozart-Haydn

 

Mi pasado comentario estuvo dedicado al “estilo galante” (puente entre los períodos Barroco y Clásico) y a sus precursores, así como a las transformaciones que comenzaron a evidenciarse desde entonces en la música. Hoy comenzaré a recorrer el Clasicismo que, por haber dado sus primeros pasos en Viena, también se le denomina Clasicismo Vienés. Y esta evolución también se dio en artes como la pintura que –inspirada en las excavaciones de Pompeya– dio lugar a imágenes más simples. Uno de los ejemplos más representativos fue Jacques David.
En cuanto a los compositores, fue en este período cuando establecieron los fundamentos de la sonata, la sinfonía y el cuarteto de cuerdas. Pero, poco a poco, en Alemania e Inglaterra empezaron a surgir nuevas ideas que –al paso del tiempo– darían lugar al Romanticismo. De él hablaré en un próximo comentario, porque ahora solo quiero referirme al Clasicismo y sus principales representantes.
Durante el período clásico, la sonata se convirtió en la forma musical más importante, cuyo primer movimiento (en forma de sonata) fue asimilado por la sinfonía (obra para orquesta escrita en cuatro movimientos). Aprovecho la ocasión para decir que a finales del siglo XVIII surgió el concierto que, a diferencia de la sinfonía, constaba de tres movimientos y estaba escrito para instrumento solista y orquesta; por lo que despertó gran interés sobre todo para los interpretes del pianoforte (antecesor del piano) y el violín. Durante el Clasicismo también se escribieron muchas obras de cámara, sobre todo: tríos cuartetos y quintetos.
Sin duda alguna, fueron Haydn y Mozart los máximos representantes del período Clásico, y a ellos me referiré de inmediato.
Franz Joseph Haydn (1732-1809) no descendía de una familia de músicos, pues su padre era un humilde forjador de metales, pero se convirtió en la figura musical más relevante de Austria. Desde su niñez fue cantor de la Catedral de Viena y, debido a su talento, llegó a ser acompañante de la academia del gran profesor de canto, Pórpora. Finalmente fue nombrado Maestro de Capilla de la mansión Esterhásy, cargo que ocupó durante treinta años, en los cuales escribió la mayoría de sus mejores misas y oratorios. Se le considera el “padre de la sinfonía”, porque las suyas contribuyeron a la consagración del género sinfónico. Pero no podemos olvidar la importancia de sus cuartetos, tan admirados por Mozart, quien le dedicó varios de los suyos y lo consideraba “un maestro inigualable de la forma musical”; al mismo tiempo, Haydn expresó de él que era el compositor más grande que había conocido, pues fue su alumno, lo mismo que Beethoven. Entre las más famosas de sus doce sinfonías, resalta “Salomón”, conocida también como “Londres”. Escribió catorce misas, dos oratorios: “La Creación” (basado en “El paraíso perdido”, de Milton) y “Las estaciones”, escrito a la edad de 70 años e inspirado en un poema naturalista de James Thomson.
Respecto a Wolfgang Amadeus Mozart (1756-91), solo un genio musical puede haber escrito tantas obras en su corta vida, Es de todos conocido, que su padre (Leopoldo Mozart) era violinista de la corte del arzobispo de Salzburgo, ciudad donde nació su hijo quien ya a los tres años era capaz de tocar el clave, a los cinco creó su primera partitura, y a los siete, realizó una gira con su padre y su hermana por varias ciudades europeas, deslumbrando a todos por su destreza como intérprete. Ya a los trece años, Wolfgang Amadeus había escrito partituras en casi todas las formas existentes.
Pero la trayectoria de Mozart va mucho más allá de lo escrito aquí, por lo que a él dedicaré mi próximo comentario.

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