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Un libro indispensable para aficionados a la música

18 de abril de 2014

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Radames Giro

Sintetizar en algo más de cien páginas la historia de la música cubana, es algo tan difícil como arriesgado, sin embargo, Radamés Giro logró tal hazaña en un pequeño libro que fue publicado por la Editorial José Martí en 1913, y al que dedicaré mi comentario de hoy.
Quienes conocemos al autor de esta pequeña joya (“Música popular cubana”) sabemos que es un investigador incansable, quien desentraña informaciones desconocidas, incluso, para algunos musicólogos. No por gusto, es el editor principal de Ediciones Museo de la Música, con un vasto catálogo de obras publicadas, entre las que resalta su “Diccionario enciclopédico de la música cubana” (en varios tomos) por el que recibiera el Premio Anual de Investigación Cultural en el año 2002.
En “Música popular cubana”, Radamés dice al lector: “Ofrezco en este pequeño volumen, un panorama, con carácter divulgativo, de la música popular cubana –a través de los géneros y ritmos derivados de ellos- desde sus orígenes hasta nuestros días”. Pero ese “pequeño volumen” ofrece una información tan valiosa y rica, que lo considero de indispensable lectura para aquellos interesados en nuestra historia sonora. Y para fundamentar lo que digo, me referiré al primero de sus capítulos titulado:” Si estaban allá,
¿por qué vinieron?, Radamés se adentra en los orígenes de la música cubana, en el cual coincidieron muchos factores de índole económica, política y social sin olvidar las guerras. Incluye el autor testimonios recogidos en las crónicas de la conquista e informaciones aportadas por la arqueología y los estudios demográficos, a través de los cuales se revelan datos relacionados con los areitos, que fueron la máxima expresión de los aborígenes antillanos y, aunque ignoramos como sonaba su música, sí conocemos la existencia de algunos instrumentos. Destaca Radamés la importancia de este ritual mágico-religioso, donde se relataban hechos relacionados con la vida cotidiana de quienes fueron exterminados por los conquistadores. Pero lo más importante de esta obra es señalar: “Tal vez, pero un tal vez muy remoto, el areito se transculturó con otras manifestaciones artísticas, musicales y danzarias de los negros en los inicios del siglo XVI”; porque no podemos olvidar que los primeros africanos llegados a Cuba no fueron los cazados en África y esclavizados luego, sino los que llegaron con Cristóbal Colón en las carabelas, y ya venían transculturados de España, a los que se denomina “negros asimilados”.
En este libro, Radamés ofrece el marco histórico en que se desarrollaron las manifestaciones musicales durante los años de conquista, y señala la Catedral de Santiago de Cuba y las parroquias de Bayamo y La Habana, como los principales centros de música religiosa, sin olvidar la profana en algunas localidades de la colonia y la posible vida musical de los esclavos, a pesar del escaso desarrollo económico y social del país. Más adelante, el autor hace un análisis de los elementos musicales que aparecen en el poema “Espejo de Paciencia”, de Silvestre de balboa, e incluye un fragmento de la obra “Naufragios”, de Albar Núñez Cabeza de Vaca y opiniones de otros prestigiosos autores como don Fernando Ortiz, Alejo Carpentier, María Antonieta Henríquez y Gloria Antolitia.
Cada capítulo de “Música popular cubana”, de Radamés Giro, está escrito con tanta minuciosidad, que recomiendo su lectura a cualquier persona que se interese por nuestra historia musical, pues estoy segura que le motivará a buscar otras informaciones sobre aquellos aspectos en los que desee profundizar.

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