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Un libro a tener en cuenta (I)

9 de enero de 2018

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A pesar de que Cuba careció, por mucho tiempo, de antecedentes musicológicos, en la actualidad podemos hacer una lista extensa sobre el desarrollo de esa especialidad en nuestro país, gracias a la existencia de una cátedra creada en la Universidad de las Artes (ISA) por el doctor Argeliers León, en la década de los años 70 de la pasada centuria. A esto podemos añadir a quienes, de manera empírica y dotados de gran talento e intuición, han realizado investigaciones encomiables cuyos resultados no podemos ignorar. Y entre los primeros, no puedo dejar de mencionar a Radamés Giro, que durante muchos años ha trabajado en la edición de textos sobre música y, sus sólidas investigaciones le hicieron merecedor del Premio Anual de Investigación Cultural 2002 por su “Diccionario Enciclopédico de la Música en Cuba” que continúa con un segundo tomo próximo a ver la luz. Y por considerar que su labor investigativa es digna de tomar en cuenta, aún por los más relevantes musicólogos, hoy comentaré acerca de su libro: “Música popular cubana” editado en el año 2013.

Según el autor del mencionado texto, “La música cubana necesita –por su amplitud y trayectoria, la influencia que ejerce en el arte sonoro de otros pueblos y el interés que suscita en las más diversas regiones del planeta–, ahora mismo, de una historia que abarque todas sus facetas…”. A partir de ese criterio, comienza haciendo una valoración muy acertada, de las primeras manifestaciones musicales que debieron escucharse antes de la conquista española a estas tierras, luego de indagar en cuanto existe de testimonio por parte de los cronistas que formaron parte de los invasores peninsulares, de etnomusicólogos, arqueólogos, teatrólogos, y artículos que aparecieron con posterioridad y que merecen credibilidad. Poco a poco, el musicólogo Radamés Giro hace un recorrido por la música cubana, sus géneros, tendencias y características fundamentales en el desarrollo histórico de un proceso  que no puede encasillarse por su constante variabilidad.

En el segundo capítulo del libro titulado: “Ahora sí se puso bueno esto”, el autor plantea que en el siglo XIX se definieron los primeros géneros de la música cubana: contradanza, habanera, guaracha, danzón, canción y bolero, que son el punto de partida para el nacionalismo musical, el cual se consolida en la segunda mitad del mencionado siglo. Este capítulo incluye las múltiples manifestaciones musicales que existían en los diferentes estratos sociales, destacando el rol que jugaron la contradanza, la habanera y el danzón.

El tercer capítulo: “A cantar, a tocar y a bailar de lo lindo” comienza con un análisis sobre las consecuencias de la República neocolonial instaurada en 1902, cuando se produjo una momentánea subestimación de los valores nacionales, que provocó el interés por la cultura europea, sobre todo la de París, lo que motivó el surgimiento de la charanga francesa. Más adelante habla del rol tan importante que jugó la guaracha, cultivada en el teatro bufo en sus diferentes variantes, sin olvidar otros géneros  de la música popular cubana que adquirieron gran relevancia en este período: la rumba, la canción, el bolero, el son y el danzonete, sin olvidar a sus primeros cultores.

En el cuarto capítulo: “A gozar con lo que viene ahora”, Radamés Giro se sitúa en la década de los años cuarenta del siglo XX, cuando se evidencian cambios en los formatos instrumentales de las agrupaciones de son, y aparecen los conjuntos, que enriquecen la forma de interpretar el bolero y el son, no sólo desde el punto de vista armónico, sino también tímbrico, destacando la figura de Arsenio Rodríguez y el Conjunto Casino. Luego se adentra en los años 50, con la aparición del filin; la relevancia de Benny Moré; el surgimiento del mambo don Dámaso Pérez Prado; el chachachá y Enrique Jorrín… Por un problema de espacio, continuaré con el libro. “Música popular cubana”, en mi próximo comentario.

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