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Un cambio inevitable

3 de enero de 2014

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Quizás  muchos coincidan en que este horario invernal tiende a desanimarnos. Como si al acortarse el día, la penumbra redujera el optimismo. Sentimiento contradictorio si analizamos -con lógica- que la noche reúne a la familia. Y aunque el amanecer  la dispersa -unos a la escuela, otros al trabajo, y quienes quedan en casa, a la actividad hogareña-para todos es como si la luz nos diera vida.
Esta sensación compartida por la mayoría es tema de análisis en la ciencia, conscientes de que  las  repercusiones de ese cambio del horario se siente más en el ánimo que en el cuerpo.
Es significativo que en los países nórdicos, las tasas de trastornos mentales, -especialmente la depresión- son superiores en el sur de Europa donde hay más horas de luz.
El doctor David Pérez, director de la Fundación del Cerebro, aconsejó:
“Podemos estar afectados, no tanto por el cambio de horario de sueño, que influye de manera indirecta, sino por las horas de oscuridad. Manteniendo la actividad que hacíamos antes, lograremos conservar el ritmo, previo al cambio horario, sin notarlo”.
“Los experimentos demuestran que el horario circadiano (ritmo biológico durante un día) no es de 24 horas,  sino que se prolonga a 25 o más horas, y está muy influido por estímulos externos como el sol, entre otros”, agrega el experto.
“Pero, si una persona se encuentra en una cueva y come o duerme cuando quiere, los tiempos tienden a prolongarse”, explica el neurólogo.
Esa adaptación a la diferencia luz/oscuridad  lo sufren más las personas ancianas, y muy particularmente, quienes padecen enfermedades neurodegenerativas, Alzhéimer o Parkinson.
“Sus horarios de sueño son más cortos, y por tanto,  el porcentaje de sueño total, es mayor. En esas edades se crea un caos en el ritmo biológico, somnolencia diurna, insomnio por la noche. Si añadimos cambios horarios producidos por el ser humano –trabajos nocturnos- las consecuencias pueden ser peores”, añade el especialista.
En general, en el esfuerzo por encontrar aspectos positivos al rechazo casi generalizado que propicia la reducción del tiempo con luz solar, los expertos señalan que es más llevadero el momento del cambio de otoño que el de la primavera, por la disminución de las horas de luz.
Con todas las buenas intenciones que una recomendación médica constituye, los dermatólogos (especialistas de piel) insisten en que esto  favorece la secreción de melatonina*, que a su vez, ayuda a conciliar el sueño. Y es que la luz, por la mañana activa el ritmo, pero la luz del atardecer, lo demora.
Así que el mensaje de salud es el siguiente: si usted está durmiendo menos de siete horas cada noche, aunque sea en pocas ocasiones, intente alterar sus hábitos de sueño,  y duerma hasta tarde, le hará bien.

*Hormona natural que se libera en el torrente sanguíneo durante las horas de oscuridad

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