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Un artículo de Charles Chaplin (III)

6 de febrero de 2015

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charles-chaplin (Small)En nuestra sección finaliza hoy el artículo denominado “La comedia y la tragedia ante el público”, del genial actor y director Charles Chaplin, publicado en la revista “Nuestro Tiempo” en la edición correspondiente a mayo-junio de 1957.

 

Como espectadores, nos gusta lo trágico en lo cómico, y no la tragedia en sí misma. Por lo demás, solemos llevar más lejos la inconsistencia, y aun no amando la tragedia, muchos se dejan impresionar por ella y piensan que indudablemente es arte, mientras la humilde comedia no lo es.
Sin embargo, una comedia, y aun una comedia vivaz, puede ser una obra de arte tan grande como la tragedia griega. Ambas juegan con nuestras emociones y cada una tiene un sistema propio de lógica a través del cual llega a una conclusión o punto culminante para crear una emoción que se puede traducir en un escalofrío o en una carcajada.
Ambas tienen las mismas fuerzas misteriosas cuya trama corre bajo la intriga de la narración. El modo de conducir, y por tanto, de establecer una condición que produzca una crisis, debe ser realizado con la misma inevitable lógica en una comedia como en una tragedia. El aspecto exterior de las cosas en la comedia no parece tener tanta importancia, pero el punto culminante (la “º crisis”), debe ser alcanzada, como en la tragedia, a través del triple canal de los caracteres, de la sorpresa y de la incertidumbre sobre lo que sucederá.
La comicidad, como se entiende generalmente, es gruesa y fácil, pero cuando se consideran impersonales las cosas, hay mucho de grueso y fácil en el comportamiento de todos los seres humanos. Si pudiéramos solamente aportar al espectáculo de la tragedia el mismo espíritu de separación que aportamos en el espectáculo cómico, la tragedia sería más popular. Como dije anteriormente, el clown se encuentra tan lejano de nosotros —por lo menos, así lo pensamos— que ninguno piensa en criticarse filosofía o su conducta. Sin embargo, si el clown, igual que el actor trágico, hace nacer emociones en nosotros, me parece que la conducta del clown resulta igualmente importante y debería ser tomada en consideración tanto como la del autor trágico con sus grandes parlamentos…
La producción de mis películas constituye para mí una tarea realmente apasionante, y este poderoso interés lo siento mucho más en cuanto a productor y director que en cuanto a intérprete. Siento la vieja satisfacción de crear algo, de formar una obra que toma cuerpo. Está la fotografía, están los ángulos de filmación, está el trabajo de la jornada con el propio esfuerzo, están las escenas que debo interpretar, y —lo mismo cuando aparezco en ellas como cuando no— está la innegable sensación de alegría que se produce cuando salen bien. Después viene, en la sala de proyección, la visión de las escenas filmadas el día anterior, la elección y las rectificaciones que se deben hacer, y la coordinación gradual del todo en la película definitiva, aquella que verá el público.
Me gusta producir películas; me gusta también aparecer en ellas, y supongo que permaneceré largo tiempo en el ambiente del cine, por lo menos mientras tenga dinero para comprar película.

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