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Trabajar siempre con honradez

7 de abril de 2015

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Viajando a horcajadas sobre una escoba volandera, alas de murciélago, ojos de sapo, colita de alacrán al cuello, parece haber realizado Mirta Yáñez Quiñoá este recorrido por la novela romántica hispanoamericana, dispuesta a desenredar las tramas urdidas por las diablas y a rescatar los hilos de la virgen, zurcidos ya que no bordados, en lo profundo del siglo XIX.

mirtha yañez (Small)
Con estas palabras, la ensayista, narradora y profesora Margarita Mateo Palmer daba la bienvenida a Mirta Yáñez Quiñoá como miembro de número de la Academia Cubana de la Lengua (ACL), en acto solemne llevado a cabo en el Paraninfo del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana, en el Centro Histórico de la capital cubana.

En su discurso, la académica, además de referirse a momentos imprescindibles de la vida intelectual de la poeta, narradora, ensayista y profesora que ahora ingresa a la corporación para ocupar el sillón “R”, señalaba “el profundo dominio de la lengua desplegado en su escritura, su competencia lingüística y su capacidad para moverse con similar rigor en registros muy diferentes”.

Mirta Yáñez Quiñoá abordaba en su intervención, titulada El personaje femenino en la narrativa del romanticismo latinoamericano, un tema ampliamente estudiado a lo largo de varias décadas de ejercicio intelectual, que la convierten en una de las más documentadas, profundas y relevantes investigadoras de una problemática de indudable alcance y trascendencia en el mundo contemporáneo.

“En tiempos del romanticismo, en sus estudios posteriores, y en su influencia a lo largo de todo el siglo XX –afirmaba—, fueron los paradigmas impuestos por la mirada masculina los que marcaron la pauta. De la «perfecta mariana» de hermosura —pasiva, por supuesto— a los monstruos ridiculizados, todo un panorama escrito por el hombre, paradójicamente para una supuesta lectora mujer”.

Comentaba, asimismo, la autora de ensayos y antologías sobre el tema, que la narrativa del romanticismo coloca a la mujer en el centro, pero en el centro de la domesticidad. Los personajes literarios –precisaba— responden, como es natural, al discurso de la ideología dominante, según los modelos patriarcales impuestos por la sociedad a la mujer.

Pasaba también revista en su discurso, a algunas de las obras enmarcadas en el tema central de su estudio, entre ellas María, del colombiano Jorge Isaacs, y Carmen, del mexicano Pedro Castera, ambas escritas por hombres, y Sab, de la cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda, y El pozo de Yocci, de la argentina Juana Manuela Gorriti, con firmas femeninas.

“Si bien muy pocas de las grandes heroínas que han sobresalido hasta hoy son provenientes de la autoría femenina –concluía la nueva académica—, la mirada de género puede ya sacar a flote sus características. Y revelar sin máscaras la tendencia entre las escritoras de cuestionar el orden androcéntrico no solo en la educación, sino en la igualdad social, familiar, sexual, en aras de una defensa de su identidad”.

Mirta Yáñez Quiñoa –como afirmaba la poeta, ensayista y traductora Nancy Morejón, Premio Nacional de Literatura y directora de la ACL— es una estudiosa de la literatura latinoamericana del siglo XIX y de la literatura contemporánea cubana –en especial del discurso femenino— y cuenta con una amplia obra de variados registros, premiada en distintos certámenes literarios.

Nacida en La Habana, en 1947, Licenciada en Lengua y Literatura Hispánicas y Doctora en Ciencias Filológicas por la Universidad de La Habana, Yáñez Quiñoá ejerció por décadas la docencia universitaria y es autora de una amplia bibliografía en que aparecen poemarios, cuaderno de cuentos, novelas, ensayos, testimonios y libros para niños y jóvenes.

Entre otros galardones, ha recibido el Premio de la Crítica Literaria en cuatro ocasiones, por sus libros de cuentos El diablo son las cosas (1988) y Falsos documentos (2005), el ensayo La narrativa del romanticismo en Latinoamérica (1990) y la novela Sangra por la herida (2010), esta última también reconocida, en el año 2012, con el Premio de la ACL.

En reunión plenaria de la ACL, el 12 de enero último, se decidió elegir a Mirta Yáñez Quiñoá para ocupar el sillón “R”, vacante desde el fallecimiento de la eminente lingüista Gisela Cárdenas Molina, quien fuera Investigadora Titular del Instituto de Literatura y Lingüística José Antonio Portuondo Valdor y Profesora Titular de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana.

En la ceremonia de ingreso –a la que asistían, entre otros académicos y escritores, Abel Prieto, asesor del presidente de los Consejos de Estado y de Ministros— Yáñez Quíñoá agradecía a sus profesores y, de manera especial, a Ezequiel Vieta quien, además de enseñarle literatura, “tuvo confianza en que yo podía ser escritora y me enseñó a trabajar siempre con honradez”.

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