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Todos somos importantes

24 de junio de 2016

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Los dos escritos anteriores se los dediqué a la mediación o negociación de conflictos, que es una de las dimensiones o manifestaciones de las destrezas sociales o como actualmente Goleman, Boyatzis y Mckee la han reclasificado, llamándola “gestión de las relaciones”; nombre que a mí personalmente no me gusta demasiado, pero como yo me dedico a ese tema de forma seria y científica –ya que hago investigaciones, doy cursos y tutoreó tesis– pues tengo que avenirme a lo que los estudiosos, que saben más que yo, dicen, por lo que trato de ajustarme a este término.
Sin embargo, se trata de lo mismo, es decir, tener destrezas sociales o ser gestor de las relaciones significa influir en los demás logrando que estos contribuyan de forma efectiva a la consecución de los objetivos, y para ello es menester tener liderazgo, ser catalizador de cambio, influir sobre los demás, ser capaz de construir lazos interpersonales, no solo de uno hacia los demás, sino también entre terceras personas, ser catalizador de cambio, poder y ayudar a trabajar en equipo, siendo colaborador y poder mediar conflictos.
De muchas de estas cualidades ya he escrito anteriormente, pero quiero dedicarme hoy a trabajarlas en conjunto, poniendo ejemplos de la vida cotidiana porque, cuando se habla de estas competencias emocionales, tal parece que tenemos que ser perfectos para lograrlas todas. Enfatizo en que es imposible que todos seamos buenos en todas estas cualidades, aunque sí es bueno conocerlas, saber de qué se trata para que podamos cada uno de nosotros auto evaluarnos y ver si las poseemos, si las hemos utilizado en la vida sin saber que se llaman de esta forma.
La psicología estudia estas cualidades (estos descubrimientos son muy habituales y agradables o desagradables en dependencia si es en positivo o negativo) y después de saber que existen, nos proponemos entrenarlas, ya sea pasando cursos, o poniéndolas en práctica en la vida diaria (que se sabe que es la mejor escuela que existe). Por ejemplo, el liderazgo no todas las personas lo poseen, no porque sea algo que nos da o no la genética, sino que la personalidad necesariamente no tiene que ir por ese camino. Este es el caso de los que no gustan hablar en público, de los que sienten determinado temor o inseguridad en dirigir proyectos, como le pasa a Luis que siendo muy buen trabajador y tener buena calificación técnica le es imposible dirigir un equipo laboral porque es tan bondadoso que no pone límites a los indisciplinados y cuando otros no hacen el trabajo, él mismo se sobrecarga; sin embargo, sí tiene la competencia emocional de trabajar en grupo y de ser colaborador, por lo que siendo bien dirigido aporta mucho más para lograr las metas laborales, y es un desastre si lo ponen al frente de un departamento.
Por otro lado, Elisa es la constructora de lazos, o sea logra que las personas se sientan cómodas trabajando en equipo, promoviendo así la colaboración, estableciendo y consolidando las relaciones porque, entre otras cosas que hace, recuerda los cumpleaños de los colegas, organiza actividades colectivas extra laborales y eso hace que además de colegas haya relaciones amistosas, lo cual promueve la colaboración y la influencia intergrupal. Ileana tampoco tiene cualidades de líder, ni se inclina a “armar fiestas y acordarse de cumpleaños, ni de preguntar por los problemas de los demás” sin embargo es muy talentosa en su trabajo, ya tiene años de experiencia y tiene una cualidad muy especial en reconocer las aptitudes de los demás y orientarlos hacia objetivos en los que van a tener mayor éxito, orientándoles entrenamientos que deben pasar. Y por último está Jorge, el jefe, que no es el que más experiencia tiene, ni sabe tanto como Ileana, ni le hace el trabajo a los demás, pero es el jefe del departamento porque tiene cualidades de líder, siendo seguro, audaz y ha reunido a este grupo disímil en personalidades y lo ha convertido en un colectivo muy funcional porque es capaz de organizar y crear estrategias, busca el asesoramiento de expertos y es un excelente mediador de conflictos, o sea es muy capaz en exponer visiones claras y convincentes que resulten motivadoras para los trabajadores, logrando guiar su comportamiento hacia metas compartidas.
Por lo que vuelvo al principio, todos y cada uno de los mencionados pueden trabajar juntos porque de una forma u otra –en dependencia de sus características logran influir en los demás consiguiendo que estos contribuyan de forma efectiva a la consecución de los objetivos. ¿Ven? Todos somos buenos e importantes, lo único es que hay que descubrir en qué.

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