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¿Tiene usted personalidades múltiples? (II)

20 de diciembre de 2013

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La semana anterior comentamos acerca del “Yo real o verdadero” y de toda su estructura y funcionamiento dentro del comportamiento humano, y hoy prometimos conversar acerca de un segundo “Yo” que se denomina “El yo aparente o simulado”. Su propia denominación nos habla acerca de esa proyección del comportamiento humano determinado por lo que queremos que los demás piensen que somos. Este “Yo” podemos compararlo con el papel que puede desempeñar un actor en un escenario donde se esfuerza por mostrar ese personaje que quiere que llegue a los demás que han asistido a su representación. Es el “Yo” que deseamos que los demás crean que somos y que en ningún momento coincide necesariamente con el  “Yo real o verdadero”.
Se establece una distancia entre el real y el aparente, pero esto depende del grado de autenticidad de cada persona, y es aquí donde encontramos a aquellas personas que decimos siempre que son autenticas, porque se proyectan tal y como son en realidad, no les interesa mostrar un “Yo aparente”, con sus virtudes y defectos, con sus aciertos y desaciertos se muestran tal y como son. Aquellas pocas personas que se comportan de acuerdo a como piensan y sienten y que por lo tanto son genuinas, sinceras, y sobre todas las cosas, hay una correspondencia muy estrecha entre lo que aparentan y lo que son en realidad, contrariamente, aquellas que se preocupan y hacen prevalecer ese “yo aparente” finalmente van a proyectar contradicciones que se traducen en una vida artificiosa, quimérica, ilusoria  y mucho mas allá de todo este comportamiento, casi siempre terminan en la frustración y en todo lo que puede generar este vicio emocional negativo.
Hasta aquí hemos visto el “Yo real o verdadero” y el “Yo aparente o simulado”, el nuestro y el que fabricamos para los demás que casi nunca están en correspondencia, pero hay un tercero: el yo que creemos ser.
No es menos cierto que uno de los aspectos de la psiquis humana que más nos puede aclarar o mostrar el camino a seguir en cuanto a nuestro comportamiento es el auto conocimiento que tengamos de nosotros mismos. Hay ocasiones que este auto conocimiento puede estar distorsionado y percibirlo muy por debajo o contrariamente muy por arriba de lo que es en realidad, pero sin lugar a dudas, este aspecto del conocimiento humano es determinante en los niveles de auto estima, la cual se constituye como un motor impulsor en la creatividad y productividad del humano a partir de su sistema de necesidades y motivaciones generadoras de las metas y objetivos que el individuo se traza en su paso por la vida, donde el sentido personal se adiciona como parte de este mecanismo, llamémosle así, mecanismo del comportamiento humano.
Toda persona tiene a nivel de su conciencia la existencia de ese “Yo” que creemos ser y que se traduce en el auto concepto y en la auto valoración que pude tener cada cual de si mismo a través del conjunto de vivencias, ideas, opiniones, sentimientos, actitudes que tenemos hacia nosotros mismos, que resultan de las ideas y opiniones que los demás se formen de nosotros y, en parte, la imagen que nos forjamos de nuestra propia persona, como resultado de las interacciones con el mundo y con las otras personas. Es el aspecto de la personalidad más accesible para conocerla, cambiarla y mejorarla. La transformación y mejoría que se logre en el concepto que el sujeto tiene de sí mismo trasciende a la propia personalidad y se puede producir en ella el mismo cambio favorable.
El pensamiento, la imagen que tengamos de nosotros mismos, cuando se vive profunda e intensamente y con persistencia, puede llegar a convertirse en realidad para mejorar o empeorar nuestro “yo real o verdadero”., aunque en realidad, es relativo y depende de cómo ha sido ese proceso de auto conocimiento o auto evaluación, el cual, en ocasiones, puede que no sea el mas adecuado, por esa tendencia en ocasiones al auto engaño, y digo auto engaño, porque realmente, nos podemos creer que es cierto y en realidad no lo es.
Este tipo de resultado que se puede llegar en un proceso de auto conocimiento esta determinado por un buen numero de causales, como puede ser, la auto suficiencia, tanto la suficiente como la no suficiente, el narcisismo, la egolatría, el egoísmo, el individualismo, la vanidad, el falso orgullo, y otros desvalores que pueden estar dentro de la estructura de la personalidad de ese individuo. Cuando se hacen conscientes de su trastorno de personalidad es mucho mas efectivo que consulten a un especialista que le ayude a encontrar, comprender y aceptar sus lados negativos dentro de sus valores y comportamientos y sobre todas las cosas, a encontrar las vías para su eliminación o al menos atenuación.
Dentro de cualquier actividad humana, sea en la profesión o el empleo que realizamos, en el lugar que ocupemos o no dentro de la sociedad, del colectivo laboral, estudiantil o de vecindad, de la familia o dentro de cualquier grupo humano, es imprescindible el auto conocimiento como entrada al camino del mejoramiento espiritual, como forma de crecimiento personal y estabilidad emocional que significa equilibrio psíquico, definitorio en el comportamiento cotidiano, y por ende en el desarrollo individual y social de cada persona, de ahí la importancia del control y dominio de ese “Yo que creemos que somos”, no solo para nuestro mejor funcionamiento comportamental, sino para el establecimiento de las mejores relaciones interpersonales.
Pero esta nominación de “Yoes” que conviven dentro de nuestra personalidad no solo se limita al “Yo real o verdadero”, al “ Yo aparente o simulado” o al “Yo que creemos que somos”, sino que existe el “Yo que se quiere ser o yo ideal” del cual continuaremos la semana próxima conversando desde nuestra sección.

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