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¿Tiene usted personalidades múltiples? (I)

13 de diciembre de 2013

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Muchas veces hemos escuchado comentar acerca de la doble moral como también nos asombra y nos llega a asustar en aquellos casos más pronunciados los cambios que se pueden producir en el comportamiento humano en una misma persona ante las más diversas circunstancias, momentos y hasta en breves instantes. En algunas ocasiones decimos que la persona es falsa, que es hipócrita, o la frase más común, que tiene dos caras. No pretendo justificar a estos personajes de dos caras como le llaman popularmente, sino hablar de algunas peculiaridades relacionadas con esa estructura dinámica e integradora que se llama personalidad.
Ya hemos comentado en otros momentos de cómo la personalidad no se hereda sino que se conforma dentro de la historia individual de cada persona, independientemente del compromiso biológico que pueda tener, pero es en última instancia las condiciones educativas y del medio en que nace, crece y se desarrolla el ser humano lo que puede determinar de forma definitiva en este proceso de formación de la tan llevada y traída personalidad.
Nosotros los seres humanos físicamente tenemos una sola cara estructurada por sus componentes más prominentes como son los ojos, las cejas y pestañas, la nariz que nos permite estar vivos, es decir respirar y la boca exhibiendo a primera vista los labios e interiormente los dientes y la presencia de una lengua, así como los dos oídos que custodian ambos lados de nuestra cara y que se complementa con el cuero cabelludo como techo o colofón de eso que llamamos cara o mejor expresado, nuestra cabeza, donde se encuentra precisamente el cerebro que es el centro principal de nuestros comportamientos. Cada cual tiene su fisonomía, su anatomía que lo hace diferente de los demás, lo hace ser precisamente esa persona en especifico con una historia individual y una determinada personalidad, pero en el orden psicológico, de su psiquis, se dice que posee diversos rostros, porque una característica esencial del ser humano es su condición “multifacial” y por ello, algunos estudiosos plantean el hecho de que dentro de nosotros existen al menos múltiples personalidades que se ponen de manifiesto en la cotidianidad, tanto en nuestra individualidad como en la convivencia o relaciones interpersonales con los demás.
De todo lo anteriormente descrito, se deduce la complejidad del comportamiento humano, diferente, armónico y contradictorio entre unos y otros y también dentro de una misma persona en su propia individualidad.
Me gustaría compartir con ustedes aquella teoría que nos enseñara el Profesor Torroella, donde compara a la personalidad con un poliedro de seis lados o caras, aseverando la presencia en cada ser humano de seis rostros que presenta nuestro “yo” o personalidad en la vida real. Por supuesto no soy dado a los criterios absolutistas, prefiero pecar como ecléctico, aunque para mi la esencia de la personalidad y ya lo he dicho en otros momentos esta en el modelo que se brinda desde las más tempranas edades y en ocasiones voy mucho mas allá, la personalidad de la vida por crear, comienza a formarse desde que dos personas deciden hacerlo y sobre todo, el porqué han tomado esa decisión. Finalmente,  estas dos personas serán los modelos que imitará el nuevo ser humano, determinado además por las circunstancias en que se produce esa relación de los futuros padres, los motivos que le hacen decidirse por la pro creación, e incluso, el estado de armonía existente no solo en la pareja sino en el hogar, en la familia durante el embarazo.
La teoría citada por el Profesor Torroella, nos habla acerca de la existencia de múltiples “Yoes”  dentro de la personalidad de cada uno de nosotros y que estos se interrelacionan determinando en nuestro estado de salud según el tipo de relación que establezcan entre si unos y otros.
Se habla del mas genuino de estos “Yoes” , el denominado “Yo real o verdadero”, que se dice estar conformado por tres elementos fundamentales, lo biológico, lo que heredamos genéticamente, es decir todo aquello vegetal y animal que se debe a nuestra dotación genética, donde podemos encontrar nuestros instintos, el temperamento que siempre hemos dicho que es uno de los componentes de la personalidad de mayor compromiso biológico pero que no significa que no pueda ser modificado por las influencias educativas, el cual se erige con frecuencia como justificación ante comportamientos inadecuados, otorgándole con  un fatalismo tremendísimo una categoría inmovible de predisposición emocional congénita.
El segundo elemento que forma parte de este “Yo real o verdadero” es el aspecto social que viene determinado por el modo de vida, conformado por las normas y valores de cada sociedad o contexto social, por las costumbres, tradiciones y peculiaridades culturales de ese medio en que nace, crece y se desarrolla la persona a partir de sus propias relaciones interpersonales que no es mas que su esencia como ser humano. Todos estos elementos señalados que tienen su origen en la parte social son adquiridos y aprendidos a partir de ese proceso de socialización.
Por último como tercer elemento de esta personalidad real o verdadera y que hace mucho mas completa y dinámica esta estructura y le imprime la esencia del comportamiento humano que es la facultad de la creación a partir de las necesidades y motivos, esa potencialidad que le permite la transformación de la realidad en que vive sobre la base de las obras que aporta al acervo cultural de su contexto, existe un segundo “Yo” que denominamos “El yo aparente o simulado”, pero de el les propongo conversar la próxima semana.

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