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¿Tiene realmente efecto?

20 de marzo de 2018

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Con el paso de los años se han ido enraizando en la creencia popular numerosos beneficios y propiedades curativas atribuidas de manera empírica a numerosos ejemplares de la flora y la fauna en diferentes regiones del planeta.

Este es un hecho que se ha visto propiciado por el empleo de sustancias extraídas de plantas o animales en prácticas de sanación realizadas por personas en su mayoría autodidactas, quienes también se han encargado de transmitir y difundir su conocimiento a través de las generaciones.

Pero a pesar de las numerosas experiencias y observaciones acumuladas durante décadas, el uso práctico de estas sustancias no resulta suficiente para sustentar los efectos popularmente atribuidos, ya que los resultados obtenidos de forma empírica en este tipo de ejercicio práctico, contrastan grandemente con el rigor y la sistemática que estipula el método científico necesario para demostrar que el efecto realmente existe.

Esta es la principal limitante que tiene el uso de numerosas plantas medicinales para ser consideradas dentro de los tratamientos de elección de determinadas patologías, una vez que sus propiedades terapéuticas referidas no están sustentadas por evidencias científicas obtenidas a través de pruebas de rigor como son los ensayos clínicos controlados.

Igual es el caso de los productos farmacéuticos ampliamente utilizados en la práctica clínica que pasan a ser empleados en indicaciones no autorizadas en su registro sanitario. Algo que no solo es incorrecto, sino que también puede resultar peligroso.

Sin embargo, en absoluto los resultados de experiencias empíricas y la investigación por métodos científicos deben considerarse excluyentes entre sí. Muy por el contrario, ambos se complementan mutuamente, pues son precisamente los hallazgos de la práctica tradicional los que conducen el desarrollo de numerosas investigaciones de elevado rigor científico, buscando esclarecer y sustentar con evidencias fiables los efectos y propiedades medicinales atribuidas popularmente.

Ejemplos de esta asociación son las investigaciones sobre el efecto de la canela en el control de la glicemia, las del estudio de los efectos protectores de los ácidos grasos omega 3 en las enfermedades del corazón, la investigación de los beneficios de la capsaícina en el tratamiento de la úlcera y otras que se llevan a cabo actualmente. Todas ellas ponen de manifiesto la funcionalidad del binomio “conocimiento práctico-investigación científica” en el empeño de sustentar con evidencias científicas el efecto terapéutico de los distintos agentes medicinales de amplio uso según la tradición popular.

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