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Thomas Merton

28 de octubre de 2016

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Thomas Merton sostuvo intensos vínculos con Cuba y su movimiento cultural. Que así fuera en uno de los escritores sobre la espiritualidad que mayor influencia ejercieron durante el siglo XX, ilustra acerca de cuan beneficiosa resultó para él y para cuantos entonces lo conocieron, una relación mutuamente enriquecedora.

Varios autores, periodistas incluidos, han trabajado el tema de su estancia en Cuba. Se conoce que arribó en abril de 1940, para recuperarse después de una operación de apendicitis. Vivía momentos de decisiones trascendentales para su vida, contaba 25 años y había determinado que se incorporaría al sacerdocio católico. Se sintió muy a gusto en el país, estableció amistades para la toda la vida, disfrutó las bondades del clima. Según sus propias palabras, halló “una isla brillante donde la bondad y solicitud que me acompañaban a dondequiera que dirigiese mis débiles pasos alcanzaron su grado máximo”.

En su libro La montaña de los siete círculos, de 1948, la más célebre de sus obras, Merton incluye los versos que dedicó a la Virgen de la Caridad del Cobre; aquella visita a la Isla le permitió además establecer y mantener, con el transcurso de los años, una relación epistolar con varios de los miembros del Grupo Orígenes, entre ellos, Fina García Marruz, Cintio Vitier, Eliseo Diego y Octavio Smith, tal como ha señalado el periodista y colega Jesús Lozada.

Fue después que Merton –nacido en Prades, Francia, el 31 de enero de 1915, de padre originario de Nueva Zelanda– ingresó, en 1941, en la abadía trapense de Nuestra Señora de Getsemaní, en Kentucky, para ordenarse de sacerdote y adoptar el nombre de padre Luis. Anteriormente había cursado estudios en las universidades de Cambridge, Inglaterra, y Columbia, Estados Unidos, y desde 1938 se convirtió al catolicismo, después de lo cual había ejercido la docencia y trabajado en un centro católico de Harlem, en Nueva York.

Permaneció 27 años en Getsemaní y alcanzó nombradía como poeta y escritor contemplativo, defensor del pacifismo, de los movimientos antirracistas y abierto al diálogo con otras creencias religiosas. Su producción literaria incluye La montaña de los siete círculos, de 1948; Las aguas de Siloé, 1949; El signo de Jonás, 1953; La vida silenciosa, 1957, varios volúmenes de poesía y algunos de sus libros, en especial el primero de los citados, se han traducido a numerosas lenguas.

Murió en Bangkok, Tailandia, el 10 de diciembre de 1968, en un accidente, cuando asistía a una conferencia entre cristianos y budistas, y se le sepultó en el monasterio de Getsemaní.

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