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Suspenden cañonazo de las nueve (1942)

6 de mayo de 2016

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El cañonazo de las nueve es tan habanero como El Morro, La Giraldilla o la Fuente de la India o de la Noble Habana. El antecedente más remoto de estas detonaciones nocturnas está en los corsarios y piratas, quienes desde 1537 realizaron varios ataques contra la naciente Villa.
Para defenderse de estos indeseables visitantes, el Rey Carlos ll mandó al capitán general de Cuba, el maestre de campo don Francisco Rodríguez de Ledesma, construir una enorme muralla, que iría desde el Castillo de San Salvador de La Punta hasta el Arsenal. Su construcción comenzó el tres de febrero de 1674 y no terminaría hasta después de todo un siglo.
Originalmente se le abrieron a la muralla dos puertas, la de La Punta y la de La Muralla, pero sus cuatro kilómetros de extensión requerían más entradas y salidas para La Habana de Intramuros, y llegó a tener hasta nueve puertas.
A las cuatro y media de la madrugaba, un cañonazo disparado desde un buque guerra primero, luego desde la fortaleza de San Carlos de la Cabaña, anunciaba la apertura de las puertas. A las ocho de la noche otro disparo avisaba el cierre el paso a o desde Intramuros. Con el transcurso del tiempo, el cañonazo pasaría a ser disparado a las nueve de la noche,
En 1863 comenzaba la demolición de la mole que dividía a la ciudad en intra y extramuros, pero continuaba la tradición del cañonazo.
Sin embargo, el 24 de junio de 1942, un parte del estado mayor general del Ejército informaba que a partir de ese día, el tradicional cañonazo dejaría de oírse. ¿Motivos? Innecesario gasto de pólvora y ofrecer nuestra posición al enemigo, estábamos en la Segunda Guerra Mundial.
El primero de diciembre de 1945, la prensa ofrecía una agradable noticia a los habaneros: a partir de ese día, volvería a escucharse el disparo nocturno.
Durante dos largos años y medio, La Habana estuvo sin su cañonazo.
Hoy, la tradicional detonación se realiza desde la fortaleza de San Carlos de La Cabaña por un pelotón de cadetes de artillería, vestidos a la usanza colonial, lo que constituye un verdadero espectáculo.
Un dato curioso es que el 18 de septiembre de 1902, el cañonazo sonó a las nueve y treinta minutos de la noche. ¿Se quedó dormido el jefe de la pieza? ¿Estaba ebrio el jefe del pelotón? nunca se dio explicación.

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