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Sobre el contenido del Manifiesto de Montecristi

3 de abril de 2015

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250px-MontecristiUno de los más importantes documentos que elaborara y suscribiera con su firma José Martí, en este caso en unión de Máximo Gómez, el 25 de marzo de 1895, es el que históricamente ha sido conocido como Manifiesto de Montecristi, en correspondencia a la ciudad de Santo Domingo donde fuera elaborado.
Dicho manifiesto tiene una gran importancia puesto que expresó las ideas esenciales que caracterizaron al movimiento revolucionario organizado por Martí, así como la política a seguir en la guerra que ya se había reiniciado un mes antes en Cuba.
Martí había llegado a Montecristi desde el mes de febrero para reencontrarse con Gómez y desde allí salir después hacia Cuba para dar su contribución directa a la guerra que con tanta pasión lograra que se reanudase en el territorio cubano.
Precisamente en la  parte inicial del Manifiesto de Montecristi  se precisó que la revolución de independencia en Yara después de preparación gloriosa y cruenta, ha entrado en Cuba en un nuevo período de guerra, en virtud del orden y acuerdos del Partido Revolucionario en el extranjero y en la isla, y de la ejemplar congregación en él de todos los elementos consagrados al saneamiento y emancipación del país, para bien de América y del mundo.
También en el citado documento se patentizó que la  guerra no era, en el concepto sereno de los que aún hoy la representan, y de la revolución pública y responsable que los eligió el insano triunfo de un partido cubano sobre otro, o la humillación siquiera de un grupo equivocado de cubanos; sino la demostración solemne de la voluntad de un país harto probado en la guerra anterior para lanzarse a la ligera en un conflicto sólo terminable por la victoria o el sepulcro.
En el Manifiesto de Montecristi se hizo constar que la lucha por la independencia de Cuba no era contra el español humilde que se había asentado ya con su familia en la isla y al respecto se enfatizó:  “La guerra no es contra el español, que en el seguro de sus hijos  y en el acatamiento a la patria que se ganen podrá gozar respetado, y aún  amado, de la libertad que sólo arrollará a los que le salgan, imprevisores, al camino.”
Martí y Gómez  señalaron además que en  el pecho antillano no había odio  y  que el cubano saludaba en la muerte al español a quien la crueldad del ejercicio forzoso arrancó de su casa y su terruño para venir a asesinar en pechos de hombre la libertad que él mismo ansía.
Y agregaron que más que saludarle en la muerte, quisiera la revolución acogerlo en vida; y que la república sería tranquilo hogar para cuantos españoles de trabajo y honor gocen en ella de la libertad y bienes que no han de hallar aún por largo tiempo en la lentitud, desidia, y vicios políticos de la tierra propia. Se aseguró que ése era  el corazón de Cuba, y que así será la guerra.
En el Manifiesto de Montecristi se reflejó también el significado de la guerra en Cuba para América y el mundo al señalarse:   “La guerra de independencia de Cuba, nudo del haz de islas donde se ha de cruzar, en plazo de pocos años, el comercio de los continentes, es un suceso de gran alcance humano, y servicio oportuno que el heroísmo juicioso de las Antillas presta a la firmeza y trato justo de las naciones americanas, y al equilibrio aún vacilante del mundo.”
En este documento que tiene por nombre oficial El Partido Revolucionario a Cuba que fue firmado por José Martí, en su condición de Delegado del Partido Revolucionario Cubano y Máximo Gómez como General en Jefe del Ejército Libertador, también está presente el sentido internacionalista de la guerra que se había reiniciado en Cuba puesto que se  precisó: “Honra y conmueve pensar que cuando cae en tierra de Cuba un guerrero de la independencia, abonado tal vez por los pueblos incautos o indiferentes a quienes se inmola, cae por el bien mayor del hombre, la confirmación de la república moral en América, y la creación de un archipiélago libre donde las naciones respetuosas derramen las riquezas que a su paso han de caer sobre el crucero del mundo.”
Poco tiempo después de haber elaborado y firmado el Manifiesto de Montecristi partió Martí desde esa ciudad dominicana hacia Cuba en unión de Máximo Gómez  para dar su contribución directa al desarrollo de la guerra por la independencia de su tierra natal.
No le resultó fácil el traslado hacia Cuba. Tuvieron que encarar diversas dificultades pero finalmente el 11 de abril de 1895 arribó a Cuba por la zona de Playitas de Cajobabo en la parte sur oriental del territorio cubano.
Para Martí se inició una etapa en la que  sobresalió por su entereza ya que enfrentó una vida en campaña, con limitaciones y con el peligro latente de perder la vida en un enfrentamiento con los soldados españoles.
Pero él en plena correspondencia con sus principios, con lo que había proclamado en cartas, discursos y trabajos periodísticos  se empeñó en hacer realidad lo que también había suscrito en unión de Máximo Gómez en el documento elaborado el 25 de marzo de 1895 y que la historia ha recogido con el nombre de Manifiesto de Montecristi.

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