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Señora nuestra

9 de agosto de 2017

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Nace, en el claroscuro de sus raíces un pueblo, al cercenar el relámpago la quietud, se evoca a la Virgen consagrada y esta, luego de acariciar con su manto en oro las rutas del trazado, remonta cual María Santísima en el misterio de la Asunción el Caelus de las almas nobles, despertándonos, ante el conglomerado de leyendas, para resguardarnos luego la sublime y victoriosa: Fiesta de Nuestra Señora de la Asunción.

La Fiesta de Nuestra Señora de la Asunción, en Guanabacoa, conocida también, como “La Tutelar”, se vislumbra desde los orígenes de nuestro pueblo, costumbre española de emplazar en cada población o Villa fundada, una divinidad del santoral católico, a Guanabacoa le otorgarían, como celestial protección, a María Santísima de la Asunción, cuya festividad se celebra cada 15 de agosto, tres acontecimientos fundamentales soportarían esta tradición, relacionados con la consumación del periplo terrenal de la Virgen María, madre de Cristo: iniciado con el dulce sueño, sobreviniendo luego, la “Asunción” o elevación en cuerpo y alma a los cielos –conducida por un coro de ángeles– y por último, la coronación de la Virgen como reina y señora del universo.

Esta Fiesta patronal posee una mención explícita, según fuentes locales, hacia 1749, en un parvo recibo, en el cual consta la suma de dinero empleadas para dicha festividad. “Recibí del Comisario Don Francisco Ramos treinta y dos pesos y cuatro reales, los mismos que suplió para la fiesta de esta Villa que hace el Cabildo a la Titular de que es su Mayordomo…1749”[i] El Cabildo Local encargado, hasta el año 1794, de engalanar y procurar la ceremonia, destinaba de sus arcas los dineros y prebendas necesarias para ofrendarlos a la Virgen, en alegórica enunciación, al tránsito milagroso hacia la inmortalidad.

El presbítero Joseph Lorenzo Rivero –primer Camarero de la Virgen–, al ser designado sacristán mayor de la iglesia de San Carlos de Matanzas,[ii] cedió su labor al párroco, Don Manuel del Hoyo y González. El 17 de enero de 1836, fallece Don Manuel del Hoyo, por lo cual las funciones de Camarero fueron asumidas por el sacristán mayor, Don Andrés Pérez Jácome. Este señor desempeñó el cargo por breve tiempo, pues falleció el 30 de agosto de 1838.[iii] Durante la Fiesta de la Tutelar, el repique de campanas combinaba con la música sacra y los convites profanos: Retretas, Juegos de Estatuas, Torneos de Cintas y Cabalgatas, desfilaban, emergían, ante la puerta de la parroquia como una expresión popular en forma de homenaje, a la virgen querida por todos. Arte y Literatura, en deferencia elevada, se tornaron con el decurso del tiempo, fieles herramientas de estas festividades, así, concursos de pregones, bailes como: la Mazucamba, Baracute, Guararey, Danzones y Pasodobles se organizaban, en colorido litúrgico, hacia el interior de Sociedades y Centros Culturales, ejemplo palpable, resultan las convocatorias realizadas, para el siglo XIX, por el Liceo Artístico y Literario de Guanabacoa, hoy, Casa de Cultura “Rita Montaner”, institución que acogió desde su fundación, los cirios destinados a la Virgen Consagrada.

La posterior nominación de Camareros y Mayordomos, a partir de 1838, comenzó a definirse entre las personas acaudaladas de la población local, cuya dispensa era atribuida, solamente, por el Ayuntamiento, las familias seleccionadas recibían la bendición de bordar el camino de la augusta Madre, concibiendo importantes aportaciones monetarias. La primera fémina en ocupar el cargo de Camarera –auxiliada por los presbíteros José Hermenegildo de Fuentes y Manuel Hernández, en calidad de Mayordomos–, fue, Doña María del Loreto del Hoyo y González, hermana del desaparecido Manuel del Hoyo, teniendo en cuenta que “…la Sagrada Imagen, vestidos y demás han estado siempre al cuidado y esmero de la Sra. Loreto del Hoyo, su hermana, queriendo este Ayuntamiento que mientras exista dicha señora conserve en su poder aquellas reliquias santas…”[iv]

 

Procesión frente a la parroquia de Guanabacoa hacia 1848. Grabado de F. Mialhe

Procesión frente a la parroquia de Guanabacoa hacia 1848. Grabado de F. Mialhe

 

Según los estudiosos del tema, la gráfica de la época, representó esta fiesta a través de la obra de Federico Mialhe, en 1838, en la que se puede apreciar la Parroquial, rebosante en su campanario, de inaugurales compases, la procesión discurriendo calles y recibiendo a su Virgen, en comunión exquisita con su legado, así como, los ornamentos y composturas dispuestos para atildar los alrededores del templo. Disímiles acontecimientos rodearon esta celebración, al igual que el honroso encaje de Idria, concerniente a ese manufacturado humano encargado de custodiar y atender a la Virgen, la cual, luego de ser pasada de un abolengo a otro y de las sucesivas expiraciones, enfermedades o incongruencias de las Camareras con el gobierno local, se vio inmersa en un rosario de eventos, como el que describo, prestamente, a continuación, acaecido en 1864, al regresar, La Virgen, en procesión cerrada desde la Cárcel de Mujeres, y detenerse, solícita, a recibir sus flores en la Calle Real, se vio envuelta en una maniobra discordante de sus cargadores, la imagen fundacional vino, literalmente, abajo, entre nubes de asfalto y aspavientos de los conglomerados, pero sin sufrir grandes deterioros, este hecho, considerado una verdadera ofensa, necesitó de un acto de desagravio acontecido, justamente, en el lugar de los hechos. En noticias de la prensa plana, fue a esculpirse el acontecimiento, el periodista, increpó acerca de una posible rapacidad, a las prendas de la Virgen, acto desmentido por una publicación católica, la revista “La Verdad Católica”[v]. Para el siglo XIX, se inicia la costumbre de llevar la imagen a la morada de la Camarera para otorgarle lisonjas y urbanidades, de igual manera, ataviarla con cierta comodidad y luego trasladarla, en sagrada letanía, al templo, el 14 de agosto, pero, cosas de nuestra naturaleza húmeda y pluviosa, mis queridos lectores, en 1872, hubo necesidad de cantar la Salve sin la presencia de la imagen, retenida por las lluvias en la casa de la Camarera, con gran descontento de los concurrentes.

Para enero de 1883 María del Rosario Lima y Renté vecina de la calle Real No.26, asume como Camarera de la Virgen, y su primer acto, fue el obsequiar a la imagen un costoso manto por el que pagó la suma de 1000 pesos. Los bordados de oro de aquel manto son los mismos que luce el manto actual, después de su restauración. Rosario Lima se mantuvo en el cargo de Camarera de la Asunción hasta su muerte, acaecida el 31 de diciembre de 1911. Fue, por lo tanto, la última Camarera del siglo XIX y la primera del siglo XX. La historia nos queda, en vírgenes santidades, estrecha, pues existe aún mucho por considerar sobre este tema, más será, en otro empalme de la memoria.

 

La procesión de la Tutelar hace una parada frente al Museo de Guanabacoa, antigua casa de la Camarera de la Virgen. (Foto/texto: Miguel Saludes)

La procesión de la Tutelar hace una parada frente al Museo de Guanabacoa, antigua
casa de la Camarera de la Virgen. (Foto/texto: Miguel Saludes)

 

Dice la leyenda, queridos lectores, que cuando unos ojos divinos, ojos de Virgen, se confunden, coincidiendo en magnánimo afecto, con los ojos de hombres que imploran y acuden a ella en resplandores seráficos de luz, entonces, la Señora de la Asunción, sonríe entre labios apretados por el yeso, en la melancólica confirmación al que suplica, dejando acariciar una lágrima que se desprende desde su rostro hacia la tierra, ofreciéndole sepultura, para originar luego, un diamante fundido, límpido como la aurora, sagrado y puro como la lágrima de la Virgen, para conceder, cual patrona, bendiciones y milagros a esta tierra que cada 15 de agosto, se embarga con la Marcha de San Antonio, se dignifica con el Himno Nacional y peregrina, en su consabido andar, junto a la imagen sagrada, hasta verla retornar, inmaculada, a su santuario. Solo me resta, amantísimos lectores, litografiar nuestros pasos, sobre este magnánimo terruño, donde la Virgen concede nubadas o estiaje, e invitarlos, a estas fiestas populares tradicionales, donde ella, la santísima protectora, parece transcurrir entre multitud de cuerpos, para elevarse, tierna y sublime, sobre el ritmo inusitado de nuestro tiempo.

 

Notas:

[i] Archivo del Museo de Guanabacoa. Documento no clasificado
[ii] Actas Capitulares del Ayuntamiento de Guanabacoa. 16 de septiembre de 1803
[iii] Pezuela, Jacobo de la: Diccionario Geográfico, Estadístico, Histórico de la Isla de Cuba. Imprenta del Establecimiento de Mellado. Madrid, 1863. Tomo II, Página 460
[iv] Archivo Parroquial de Guanabacoa. Libro 12-E de Difuntos. Folio 232. Partida 1520
[v] Actas Capitulares del Ayuntamiento de Guanabacoa. 7 de octubre de 1853

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