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¿Se muere la Amazonia?

4 de diciembre de 2015

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El 11 de noviembre de 2011, la selva amazónica fue declarada una de las siete maravillas naturales del mundo. Destaca por ser una de las ecorregiones con mayor biodiversidad en el mundo y se yergue, sin dudas, como lo que es: el pináculo de las maravillas naturales creadas por la Madre Naturaleza.

La Amazonia, también denominada Amazonía, es una vasta región de la parte central y septentrional de América del Sur, se desarrolla alrededor del río Amazonas y de su cuenca fluvial; tiene una superficie de más de 12 veces la de Francia; atesora la mayor concentración de plantas, animales y microorganismos que la evolución jamás haya agrupado, es el bosque tropical más extenso del mundo con unos siete millones de km² y que permanece intacta en un 80%. Este territorio se reparte entre ocho países, de los cuales Brasil y Perú poseen la mayor extensión, seguidos por Colombia, Bolivia, Ecuador, Guyana, Venezuela, Surinam y la Guayana Francesa. Las altas temperaturas allí existentes, favorecen el desarrollo de una vegetación tupida y exuberante, siempre verde. El título de “Pulmón del Planeta” que ostenta la Amazonia no es una casualidad, pues mantiene un equilibrio climático, donde, los ingresos y salidas de CO2 y de O2 están balanceados.

 

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La deforestación que se observa con alarma en el resto de los bosques del planeta, nos recuerda lo que podría sucederle a la Amazonia si ese fenómeno continúa sin control en esa joya natural y vivificante de nuestro planeta.Justo para argumentar esto último,exponemos lo que está ocurriendo en la Amazonía brasileña. Justo en el año en que fue declarada maravilla natural, esta amplísima área perdió en junio más de 800 km2 de selva, un 358% más que en mayo, cuando se talaron 184 km2, son verdaderamente alarmantes las imágenes realizadas por el Instituto Amazon captadas por satélite en los nueve estados que forman la cuenca hidrográfica del Amazonas.La tala de árboles había afectado a todo tipo de terrenos, pero la mayoría, 59%, se concentró en tierras privadas. Luego siguieron las unidades de conservación, 27%; asentamientos de reforma agraria, 13% y las tierras indígenas, 1%. La otrora vasta y exuberante selva atlántica brasileña, se redujo a un 8% de su extensión original, subsistiendo como una pálida sombra de sí misma, muchas de sus especies únicas y culturas indígenas están extintas hace largo tiempo.

 

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La deforestación en esta zona bate records. El estado de Pará se lleva las palmas con 54% del total deforestado, le sigue el estado de Amazonas –el mayor del país– que concentra el grueso de la selva, aquí hay 16% de deforestación; luego el estado de Rondonia con 15%, el Mato Grosso con 14% y por último el estado de Acre con 1%.
El 6 de abril de 2006, hace ya nueve años, Greenpeace Internacional presentó el informe “Devorando la Amazonia”, el cual hablaba sobre la deforestación que se está produciendo en la selva amazónica para introducir cultivos de soja y cómo esa soja acaba siendo exportada para la alimentación de ganado que a su vez, sirve de alimento en cadenas de comida rápida y supermercados. Además, Greenpeace Internacional presentó el informe “Impacto de la ganadería en la Amazonia”, en el cual se traza un mapa de las zonas de pasto de la Amazonia brasileña en el estado de Mato Grosso para identificar las áreas deforestadas que se utilizan actualmente con fines ganaderos y compararlas con aquellas destinadas a cultivos. En los años 2009 y 2010, la destrucción de bosque fue de 6.500 km2.

 

 

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La Amazonia, tras haber resistido durante más de 500 años la transformación a gran escala a manos del ser humano, hoy en día se enfrenta un nivel de desarrollo vial, energético y minero sin precedentes que comienza a amenazar la capacidad de esta selva de seguir proporcionando servicios ecosistémicos a escala local, regional y global. De manera alarmante, las investigaciones más recientes sugieren que incluso la deforestación progresiva bastaría para empujar a la Amazonia más allá del punto de inflexión donde los bosques dejan paso a una vegetación más seca y susceptible a los incendios. Este fenómeno ha sido llamado la Muerte de la Amazonia.
¡Hay una esperanza! En la última década, mediante una mejor gestión, Brasil pudo reducir la tasa de pérdida de cubierta forestal de manera dramática. De un máximo de 28.500 km2 en 2004, la deforestación anual descendió en un 79% a un mínimo histórico de 5.850 km2 en 2013. El Gobierno brasileño se ha comprometido a mantener este número por debajo de los 3.370 km2para el año 2020.

 

Parque Nacional de la Amazonia

Parque Nacional de la Amazonia

 
Actualmente, aproximadamente la mitad de la Amazonia se encuentra protegida por algún parque, reserva o territorio indígena, esto es un logro enorme. Sin embargo, aún es posible una ampliación progresiva de las áreas protegidas allí donde sea posible. Pero… hay signos de que esta ventana de oportunidad se está cerrando rápidamente debido al costo creciente de asegurar y mantener tierras adicionales.
¿Qué pasará? La deforestación de la Amazonia ha sido responsabilidad nuestra. Es también nuestra responsabilidad asegurar el futuro de este regalo que la Naturaleza nos ha dado sin pedirnos nada a cambio.
Recordemos que…

”la Naturaleza inspira, cura, consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre”.

 

Solo hay un modo de que perdure: respetarla y servirla.

 

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