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San Juan y Martínez. La tempestad olvidada

24 de agosto de 2021

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Entre los sistemas meteorológicos que afectan el territorio de Cuba están las tormentas eléctricas, que pueden llegar a ser localmente severas (TLS). Están caracterizadas por vientos lineales sobre 90 km/h, y a veces van acompañadas de granizo, tornados, e intensa actividad eléctrica. El investigador Hobart King estima que en todo el mundo ocurren alrededor de 16 millones de tormentas cada año, 10% de las cuales sobrepasan el umbral de severidad.
En Cuba, los meteorólogos Arnaldo Alfonso, Gisell Aguilar, Mario Carnesoltas y Lino Naranjo, entre otros, realizaron en el pasado importantes contribuciones al estudio de este tipo de tormentas, que alcanzan su máximo entre mayo y julio. No obstante, el Centro del Clima del Instituto de Meteorología conserva reportes de TLS en todos los meses.
Los meteorólogos cubanos del siglo XIX y la primera mitad del XX no prestaban mucha atención a las tormentas eléctricas, salvo si causaban alarma y daños significativos, en cuyo caso eran requeridos a dar una explicación al público. Ellos las consideraban “tempestades”, sin darles una categoría especial. En sus tablas de observaciones intuimos la presencia de severidad cuando anotan “gran tormenta del sur”, “fuerte tempestad del sudeste”, o una frase similar.
Una parte de las TLS eran reseñadas por la prensa, pero encontrarlas requiere largas jornadas de trabajo… y mucha, mucha paciencia. Así ocurrió con esta tormenta acaecida el 24 de agosto de 1921 en San Juan y Martínez (Pinar del Río), descrita en una nota del corresponsal del periódico La Discusión en esa provincia, y que ha permanecido olvidada hasta ahora.

 

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En el citado reporte leemos la palabra “manga”, pero esta debe tomarse con reserva, porque a veces la expresión “manga de viento” aludía a una sucesión de rachas lineales y no a una tromba o tornado en sentido estricto. Por otra parte, en ninguna de las dos referencias halladas respecto a la TLS de San Juan se menciona algo que pudiera sugerir el avistamiento de una nube de embudo. Lo que si resulta indudable es que la actividad eléctrica fue extraordinaria, y que el viento sopló con fuerza destructora.

 

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De acuerdo con el informe, la tempestad causó tres muertes y un número indeterminado de lesionados en la localidad de Río Seco; y, al parecer, otras dos muertes y dos lesionados en una finca nombrada Guanacabo. Es entonces probable que las víctimas se correspondan con personas fulguradas, sin descartar que otras sufrieran politraumatismos al caer sobre ellas las casas de vivienda o de secado de tabaco, donde buscaron refugio.

Tal fue, en síntesis, la tempestad que azotó hace un siglo los barrios rurales de San Juan y Martínez. Usando una palabra cotidiana, fue una tormenta letal.

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