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Reseñas de un revolucionario método para bajar de peso (I)

1 de noviembre de 2013

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Sin lugar a dudas, el tema del sobrepeso y la obesidad es de manera permanente, uno de los más tratados en los medios de comunicación. Por ser el peso un factor de riesgo muy importante que se vincula al desarrollo de numerosas enfermedades como la diabetes, la hipertensión arterial, las enfermedades cardiovasculares, entre muchas otras, es habitual que los espacios de promoción de salud lo traigan a colación, ya sea como contenido principal o relacionado, con mucha frecuencia.
En relación a este tema, en trabajos anteriores de esta misma sección, acostumbrada a tratar sobre el uso correcto de los medicamentos y su repercusión sobre la salud cuando se emplean de manera inadecuada, no se pasó por alto el grupo de los fármacos “adelgazantes”, cuyo uso se encuentra muy extendido en la actualidad, a pesar que, tal como reseñamos en el artículo que les fue dedicado, pueden tener en su mayoría consecuencias nocivas para la salud, requiriendo de un control médico apropiado para prevenir los riesgos que su uso trae aparejado, entre los cuales se puede citar la deshidratación provocada por la eliminación excesiva de liquido a través de la orina o las heces, los trastornos gastrointestinales, las alteraciones endocrinas, etc. De ahí que, parafraseando el conocido refrán popular, en lugar de ser la solución para bajar de peso, su uso sin indicación y/o supervisión médica, puede hacer que “el remedio sea peor que la enfermedad”.
Sin embargo, frente al hecho de que cada día son más las personas con sobrepeso y obesidad en buena parte del planeta, en donde este problema de salud ha llegado a ser reconocido como una de las más grandes epidemias de la época moderna, es preciso pasar de la actitud pasiva a la activa y en esta disyuntiva en la que se encuentran hoy muchas personas, lo primero es saber cuál camino se debe tomar.
La ganancia de peso no ocurre de un día para otro. Detrás de cada libra acumulada se han ido modificando hábitos y se han instaurado conductas, las cuales propician que en determinado momento se llegue a una fase en que el sobrepeso se vaya de control. Llegado a ese punto, es muy frecuente comprobar que por más empeño que se ponga para conseguir adelgazar, los resultados son totalmente desalentadores, o lo que también suele suceder, se hacen insostenibles, aún pagando un alto precio de sacrificio y fuerza de voluntad.
En esta etapa, muchos se hacen conscientes del problema que enfrentan y decididos a todo, optan por dietas que rayan en la “hambruna”, incursionan en largas y costosas sesiones de gimnasio y acuden a métodos de medicina natural como las agujitas, las semillitas y muchos otros, con la esperanza de poder “vencer” el voraz apetito.
Sin embargo, en un elevado porcentaje de casos no es posible mantener esta “acometida” por tiempo prolongado. El cuerpo termina revelándose y tras unos meses de pérdida de peso a fuerza de privación y sacrificio, se abandona el gimnasio, regresa el consumo de dulces y golosinas, se retoman los horarios irregulares y desordenados de alimentación, se olvidan los vegetales y las grasas y carbohidratos recuperan su proporción mayoritaria en la dieta y así, en a penas un par de meses, la balanza confirma el regreso de las libras perdidas, esta vez “duplicadas”.
Por lo general el fracaso viene seguido por un período sin restricciones, de cero dietas ni ejercicios, que durará hasta que el ciclo se repita cuando la pesa u otra razón importante actúen de detonante para una nueva “embestida” aplicando la misma fallida estrategia. De esta forma se perpetúa el “circulo vicioso” de entrar y salir de dieta, mientras el peso baja y sube como un yoyo, comenzando cada vez desde un punto más alto en la balanza.

Continuará.

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