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Relojería de Oficios y Muralla

12 de agosto de 2016

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Siglo y cuarto de experiencia profesional se encuentran en la prestigiosa relojería de la esquina de Oficios y Muralla, en la Habana Vieja, conocida como Cuervo y Sobrinos.
En 1882 los expertos joyeros Plácido y Armando Cuervo y Sobrinos, se establecieron en La Habana, para la distribución, venta y luego producción de cronómetros destinados a convertirse en clásicos del coleccionismo mundial.
El primer reloj público que recuerda La Habana estuvo en 1817 en el hospital de San Ambrosio, y se trataba de un cronómetro de sol en un gran lienzo.
En 1841 existían en la capital cinco relojes públicos, cuatro en intramuros, que estaban en el Castillo de la Real Fuerza, La Catedral y las iglesias del Espíritu Santo y del Cristo, y el otro en extramuros, en el Arsenal, que apenas se oían sus campanadas.
Por suerte existían ya los relojes ambulantes, sí, los serenos, que decían la hora y el estado del tiempo, por ejemplo “las doce y sereno”, de ahí el nombre de estos primeros vigilantes nocturnos habaneros.
Ya a comienzos del siglo XX aparecen otros cronómetros públicos en La Habana, uno en la Lonja del Comercio en 1909 y otro en la terminal ferroviaria en 1912.
El reloj de la torre de Quinta Avenida es uno de los más famosos de la Habana, levantada entre 1921 y 1924 por el arquitecto George Duncan y financiada por el millonario José López Rodríguez, conocido como Pote. Este reloj es un ejemplar único.

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