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Reflexiones sobre el patrimonio musical latinoamericano

10 de enero de 2014

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En los tiempos que corren, donde el “primer mundo” continúa invadiendo la identidad del “tercero”, promoviendo productos y mensajes con envolturas deslumbrantes, para minimizar a quienes consideran inferiores, Latinoamérica ha despertado, contraponiendo su cultura y demostrando poseer valores indiscutibles en las diferentes ramas del conocimiento humano como es el caso de la música. A esto me referiré en mi comentario de hoy.
Aunque, infelizmente, la cultura musical de los aborígenes cubanos fue exterminada (lo mismo que sus portadores) por los colonizadores españoles, no sucedió así en otras partes del mundo que nos ocupa, pues sabemos que en conglomerado sociales de países como Bolivia, Perú y Ecuador, por sólo mencionar tres, aún se conservan intactos cantos, bailes e instrumentos musicales heredados de sus ancestros y transmitidos de generación en generación, lo que no ocurre, por ejemplo con la herencia española. Y por considerar importantes las opiniones de José María Arguedas (magistral intérprete de la música del indio peruano y defensor de la identidad de nuestros pueblos) incluyo a continuación algunas hermosas palabras suyas pronunciadas en Casa de las Américas en 1965.
“¿Quién puede ser capaz de señalar los límites que median entre lo heroico y el odio de la gran tristeza? Con una música de ésta puede el hombre llorar hasta consumirse, pero podría igualmente luchar contra una legión de cóndores y de leones y contra los monstruos que se dice habitan en el fondo de los lagos de altura y en las faldas llenas de sombras de las montañas. Yo me sentía mejor dispuesto a luchar contra el demonio mientras escuchaba este canto. Que apareciera con una máscara de cuero de puma, o de cóndor, agitando plumas inmensas o mostrando colmillos, e iría contra él, seguro de vencerlo”.
Veamos ahora la opinión de ese gran músico, ensayista e investigador, Leonardo Acosta.
“América Latina conoce un proceso musical único en la historia, pues mientras Europa sigue la evolución, África y Asia mantienen su propia música ancestral durante los siglos más sombríos del colonialismo, en nuestra América ocurre algo muy diferente. En el primer momento, la cultura indígena es barrida o sepultada –al menos aparentemente– y se importa la cultura europea como única válida. Pero desde el propio siglo de la conquista empiezan a mezclarse lo indígena y lo ibérico, elementos a lo que viene a sumarse lo africano. En última instancia, cuando lo español o portugués logra establecerse más o menos sin mezcla, de todas maneras sufre una “aclimatación”: escalas, modos, formas musicales, combinaciones armónicas, pueden permanecer inalterables y, sin embargo, todo suena distinto”.
Hoy día, la música heredada de los ancestros y transmitida por tradición oral, ha ido tomando cada vez más fuerza en el panorama musical internacional, pues su presencia se hace evidente, incluso, en las obras creadas por los compositores de formación académica, quienes han descubierto un universo sonoro de cuya magia son incapaces de sustraerse. Y, aunque no niegan la herencia europea de períodos que marcaron la historia, defienden su propia identidad, algo muy importante.

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