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Recorrido martiano por la Florida

3 de agosto de 2022

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Martí, 1892, con un grupo de emigrado revolucionarios cubanos, a la entrada de la fábrica de tabacos de Vicente Martínez Ibor, en Ibor City, Tampa, Florida.

Martí, 1892, con un grupo de emigrado revolucionarios cubanos, a la entrada de la fábrica de tabacos de Vicente Martínez Ibor, en Ibor City, Tampa, Florida.

 

Del 3 al 27 de julio de 1892, en su condición de Delegado del Partido Revolucionario Cubano, Martí realizó un amplio recorrido por varias localidades del estado norteamericano de la Florida. En sus dos visitas anteriores se había limitado a Tampa y Cayo Hueso, lugares ambos donde residía la mayor parte de los emigrados cubanos, pero en esta, su tercera visita a ese estado, se reunió también con sus compatriotas en Ocala y Jacksonville, donde varias fábricas de tabaco habían demandado la pericia de los tabaqueros cubanos y el interés de algunos comerciantes llegados de la Isla para satisfacer sus hábitos de consumo.

Como en los casos precedentes se movió en tren desde Nueva York hasta Tampa. Arribó alrededor de las diez de la noche del 5 de julio y, sin descanso, se incorporó a la reunión que sostenía el club nombrado Liga Patriótica Cubana y luego conversó con una gran cantidad de cubanos hasta los inicios de la madrugada. El día siguiente se encontró con los integrantes del Cuerpo de Consejo del Partido Revolucionario Cubano en Tampa, desde las diez de la mañana hasta las cuatro de la tarde. Al atardecer, el club Liceo Cubano abrió sus puertas para los miembros de los clubes locales, con quienes cambió opiniones e informaciones hasta las siete de la tarde. Una hora después, allí mismo hubo un mitin masivo en el que Martí pronunció el discurso de resumen.

El 7 de julio habló brevemente en una reunión en el Liceo Cubano. Al concluir marchó al frente de numerosos cubanos y una banda de música hasta el paradero del tren que lo condujo a Port Tampa, donde abordó el vapor que lo trasladó a Cayo Hueso. El día siguiente fue recibido en los muelles del peñón entre música y banderas cubanas por una multitud encabezada por Serafín Sánchez y Carlos Roloff, ambos combatientes de la Guerra de los Diez Años. La sociedad El Progreso saludó el arribo de Martí con una fiesta patriótica.

No tenemos noticias de sus actividades los dos días a continuación, pero el 12 de julio el Club del Comercio le agasajó con un banquete, en el que los jefes militares presentes expresaron en público su adhesión al Partido. Esa noche Martí resumió el acto de inauguración del nuevo local del Liceo Cubano. El 13, en el Club San Carlos ofreció una conferencia acerca del Partido y el 15 participaba en una velada en la sociedad La Primavera. El 17 desembarcaba en Tampa con Serafín Sánchez, Carlos Roloff y José Dolores Poyo, quienes le acompañaron esa noche al acto y banquete de recibimiento y el 18 a un recorrido por Tampa invitados por el alcalde y a una velada en el Liceo Cubano. El 19 pasó la comitiva por varias fábricas de tabaco en las que Martí habló en español e inglés, al igual que el 20, cuya noche culminó con una manifestación de obreros cubanos y españoles que recorrió la ciudad.

En Ocala estuvieron Martí y sus tres acompañantes el 21 y el 22 de julio donde Martí volvió a hablar en ambas lenguas en talleres y en el teatro local, y que cerró la segunda noche con un mitin y un banquete organizado por el comercio y las autoridades locales. El 23 los cuatro estuvieron en Jacksonville donde Martí habló a los cubanos y el 24 rindieron homenaje en San Agustín a Félix Varela, el sacerdote patriota, ante su tumba y participaron en la constitución de un club que llevaba su nombre. Martí conversó con la prensa y con personalidades de la ciudad y dirigió la palabra a los emigrados.

El 27, sin descanso, Martí ya estaba en Nueva York, inmerso en las tareas del Partido, particularmente en la salida de su primer comisionado para entrevistarse con los patriotas de la Isla y en la dirección del periódico Patria. A Serafín Sánchez le dijo al final de una carta: “Nada le diré aquí porque callado es más enérgico y bello, de lo que tuviera que decir a mi noble compañero de viaje. Nada, sin que esos días los recordará siempre con orgullo y ternura este amigo de Vd.” Estaba feliz el Delegado.

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