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Recordemos a Eusebia Cosme

22 de abril de 2022

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El poeta español Juan Ramón Jiménez, Premio Nobel de Literatura, llegaría a opinar acerca de Eusebia Cosme: “Bien esta la suave rosa mulata, la rosa Eusebia, repleta todavía de gracia primero y sentido original”.

Por considerar a la declamadora y actriz Eusebia Cosme una  artista de singulares méritos, en el 2012 facilitamos datos de nuestro archivo a la historiadora, escritora y profesora Nydia Sarabia, quien solicitara nuestra colaboración en tal sentido  para su libro Eusebia Cosme, la rosa canela, el cual publicaría un año después la editorial Oriente, de Santiago de Cuba.

Muy niña aún y, a pesar de su origen humilde, Eusebia Adriana Cosme y Almanza (Santiago de Cuba, 1901-Miami, Florida, 1976) recibió apoyo en su crianza y educación de un matrimonio de su ciudad natal con buena posición económica y del que su madre era cocinera.

En el propio Santiago los primeros pasos en el arte de la declamación y debutó profesionalmente en 1934 en el teatro Cuba. Ese año vino a residir en La Habana, y comenzó estudios en la Escuela Municipal de Música  y  de declamación en el Conservatorio Municipal. En aquel contexto, el famoso recitador español José González Marín presenta ante   el público a Eusebia durante un recital que él ofrece en el Payret, lo cual puede considerarse un importante eslabón en sus comienzos profesionales, recordados de la siguiente manera por Nicolás Guillén en el diario El Nacional, de la capital venezolana, en abril de 1952:

… vivía en un entramado de la Calzada de San Lázaro esquina a la calle Escobar, aquí en La Habana, una muchacha por demás simpática e inteligente. Era una negra venida del oriente de la Isla […],  la cual despuntaba por entonces en el arte de decir versos de los que la gente -no sé por qué- dio en llamar “afrocubanos”.. Vivía sola, y aunque la pequeña pieza en que se hallaba instalada veiase a diario llena de los tipos más diversos -recitadores, poetas, gente de teatro, periodistas, críticos- en reuniones que ella presidia con su gracia modosa y como evasiva, nadie tuvo nunca causa suficiente para sentirse favorecido por aquel corazón, nadie, además, Ie viera en pasos que sin ser “malos” fueran “dudosos” e inclinaran la aguja del juicio ajeno hacia el norte del comentario más o menos picante, más o menos reticente. iVirtud como de cristal de roca la de aquella muchachita menuda, surgida de sí misma, sin mas ayuda que la memoria, el talento y el buen gusto! Su debut en el viejo teatro Payret, de la mano de González Marín -el Fara6n de los Decires, como decía la propaganda […] había sido de un éxito clamoroso, con público en pie, arrebatado y palmoteando. De manera que ya gozaba, si no de la mucha fama que Ie vino después, sí de cierta celebridad rodeada de simpatía: la simpatía que despiertan los caracteres enérgicos, dispuestos a abrirse paso por el ancho mundo.

Al invitarla a  actuar en la Institución Hispano-Cubana de Cultura; Fernando Ortiz, presidente de la entidad, afirmó: «Eusebia Cosme […] ha demostrado que puede declamar poesía negra conmoviendo y haciendo llorar». En agosto de 1934 ofreció dos recitales en el Principal de la Comedia que, según la revista Chic, fueron «la mayor atracción artística» del mes.

La Cosme integró en 1936  la Sociedad de Estudios Afrocubanos, cuyo primer presidente sería Ortiz  y tuvo importancia capital en el desarrollo de la ya iniciada tendencia estética del afrocubanismo en la cultura criolla. El 6 de agosto de aquel año actuó ante los micrófonos de la radioemisora CMCG en la inauguración del espacio Sensemayá, en el cual ese día también intervinieron Fernando Ortiz, Rita Montaner, Gustavo Urrutia, Bola de Nieve y Zoila Gálvez. Tras recibir el apoyo de varios intelectuales cubanos y la adhesión de un numeroso público, en el propio 1936 comenzaron sus giras al exterior. Una de las primeras plazas visitadas sería Puerto Rico, país en el que ofreció más de veinte recitales en la Universidad de San Juan. Dos años más tarde se presentó en Venezuela. Desde esa época la aclamaban con textos de Luis Palés Matos, Nicolás Guillén, Félix B. Caignet, Emilio Ballagas…

A juicio de la crítica especializada, la Cosme difundió en escenarios nacionales y foráneos la poesía negra con su voz aguda y estilo único. En pleno dominio de tal arte, determinó radicarse en Estados Unidos a finales del decenio de los treinta. A principios de la siguiente década, tenía un programa en la CBS: El show de Eusebia Cosme, sin ello impedirle trabajar ante los micrófonos de la NBC. Su repertorio se extendería entonces a los poetas negros de expresión inglesa Langston Hughes y Paul Laurence Dunbar. Por esos años asimismo actuó en el Carnegie Hall y el Town Hall.

Sucesivos compromisos profesionales le impidieron viajar asiduamente a su patria hasta 1953, cuando hizo recitales en La Habana y Santiago de Cuba. Se incorporó en 1955 a una compañía teatral mexicana y dio paso a su quehacer como actriz. En el neoyorquino coliseo Santurce interpretó el personaje de Mamá Dolores, de la radionovela El derecho de nacer, de Félix B. Caignet, la cual despertó furor en la isla antillana luego de comenzar sus transmisiones en 1948 por el Circuito CMQ. Obtuvo insospechados elogios en 1957 a causa de su recital en el Instituto Hispánico de la Universidad de Columbia, durante el cual declamó cuentos de las cubanas Lydia Cabrera e Hilda Perera y poemas de Guillén, Ballagas y Roberto Díaz de Villegas.

Su labor cinematográfica despuntó en 1964 al participar en el drama norteamericano El prestamista (Dir.: Sidney Lumet). En 1966, durante un período de residencia en México, repitió su caracterización de Mamá Dolores al filmarse un serial televisivo basado en El derecho de nacer (Dir.: Ernesto Alonso), del que también se hizo una versión para cine ese mismo año con la Cosme en tal personaje (Dir.: Tito Davison). A esa etapa mexicana correspondieron, además, los seriales para televisión Tres vidas distintas (1968, Dir.: Carlos Salinas) y Cristo negro (1971, Dir.: Tony Carbajal); al igual que los largometrajes Rosas blancas para mi hermana negra (1970, Dir.: Abel Salazar), Vuelo 701 (1971, Dir.: Raúl de Anda), Mamá Dolores (1971, Dir.: Tito Davison) y El derecho de los pobres (1973, Dir.: René Cardona).

El poeta español Juan Ramón Jiménez, Premio Nobel de Literatura, llegaría a opinar acerca de Eusebia Cosme: “Bien esta la suave rosa mulata, la rosa Eusebia, repleta todavía de gracia primero y sentido original”.

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