¿Qué es la inteligencia emocional? (I)

21 de junio de 2013

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Raúl Fuillerat Alfonso

Quizás muchos han escuchado hablar o han leído acerca de la Inteligencia Emocional, que sin lugar a dudas, es una disciplina que contribuye de forma decisiva en el crecimiento personal de nosotros los humanos.
Todas las personas tenemos a las necesidades como esencia de nuestro comportamiento y a partir de ellas, creamos estrategias encaminadas a la satisfacción de estas, a la vez que se va produciendo su desarrollo individual y social. Con frecuencia medimos los logros y fracasos a partir de estos resultados pero con un matiz cuantitativo y no ocupa el lugar que le corresponde el análisis cualitativo que nos permite definir si en realidad esos objetivos trazados y desarrollados a partir de la necesidad surgida se han correspondido con nuestros intereses, con nuestros valores, si es lo que deseábamos en realidad, si son los que nos identifican y por último, en que medida son los que están contribuyendo a nuestro crecimiento y fortalecimiento espiritual, a una cultura de paz, en fin, si son en realidad los que pueden complementar nuestra vida y la de las personas con las cuales nos relacionamos más cercanamente y que nos importan o necesitamos.
Estos aspectos que hemos señalado no se propician ni se justifican con el aprendizaje puramente intelectual, ni mucho menos cuando no responden a necesidades espirituales. Intelectualmente podemos obtener éxitos cuantificados que pueden aumentar nuestra hoja de vida, obtener diplomas, distinciones, títulos académicos por resultados estrictamente intelectuales, pero existe dentro de los seres humanos, lo que llamamos también la inteligencia emocional, determinante para el éxito, incluso en el plano intelectual.
Se dice que la inteligencia humana tiene un 23% del denominado coeficiente intelectual y un 77% de coeficiente emocional. Si tenemos en cuenta estos % resulta contradictorio que todavía nos sobre preocupemos en muchos campos de los estudios científicos en los resultados intelectuales y se subestime en gran medida  el aprendizaje emocional.
Lo anterior nos pone de manifiesto la necesidad de buscar nuevos derroteros y estos se encuentran precisamente no dentro de la Educación formal tradicional sino que están allí en la Educación Emocional que implica un compromiso con uno mismo y se centra en el auto reconocimiento de nuestro sistema emocional y como pueden determinar las mismas en el sistema motivacional y de necesidades que impulsan y proyectan a través de la dinámica del comportamiento humano la conducta que mostramos en nuestra cotidianidad.
Toda acción que desarrollamos dentro de nuestro sistema de comportamientos tiene como punto de impulsión para la acción a las emociones, porque en ella esta la energía, la disposición con la que abordamos los estímulos que percibimos del mundo exterior y que interpretamos desde nuestra subjetividad, entiéndase individualidad, que esta matizada por la personalidad y su sentido personal. Se afirma que la Emoción es el motor para la acción.
Muchas veces podemos preguntarnos el porqué hay personas que les va mejor en la vida que a otras, porqué quienes terminan una carrera universitaria con título de oro por sus altas calificaciones después no son tan buenos profesionales como otros que han logrado graduarse con un promedio de aprobado. Está también el caso de personas que son inteligentes para su vida laboral y social y no así en su vida privada o familiar y una de las más frecuentes, hay personas con una capacidad intelectual, aparentemente superior, sin embargo terminan siendo dirigidos por personas menos capaces, por esas personas que siempre terminamos diciendo de ellos: “Es que saben colarse por el hueco de una aguja”.
Todo lo anterior esta relacionado con esa inteligencia emocional, determinante en el desarrollo integral de los humanos, donde la gran verdad radica precisamente en las propias emociones y en la capacidad para descubrirlas, entenderlas y utilizarlas a nuestro favor, pero de todo ello, les propongo continuar conversando la próxima semana.