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Principios y conceptos de José Martí en sus Versos Sencillos

4 de enero de 2019

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José Martí tanto en sus poemas, como en  trabajos periodísticos, cartas y discursos, fue capaz de reflejar principios trascendentales que mantienen plena vigencia y son reflejo del modo de actuación consecuente de un ser humano motivado por el deseo de hacer el bien y  procurar que entre las personas y los países exista la solidaridad, el bienestar y la sinceridad.

Atendiendo a ello no resulta extraño que también en sus Versos Sencillos, grupo de 46 poemas que escribió en 1890 y que aparecen agrupados en  el libro editado al año siguiente en la ciudad estadounidense de Nueva York,  expusiera una serie de reflexiones y detallara principios de gran significación.

Ya desde la parte inicial del primero de sus Versos Sencillos ofrece una meridiana precisión de su forma de actuar al asegurar:  “Yo soy un hombre sincero.”

En este poema  Martí sigue detallando su criterio en torno a la sinceridad y lo referido a la amistad al expresar:

Si dicen que del joyero

          Tome la joya mejor,

          Tomo a un amigo sincero

          Y pongo a un lado el amor

Una definición conceptual suya desde el punto de vista político se puede apreciar en el tercero de sus Versos Sencillos en el que aseguró:

       Con los pobres de la tierra

          Quiero yo mi suerte echar:

Otro planteamiento muy elocuente de Martí en los Versos Sencillos guarda relación con el criterio que tenía sobre la muerte y cómo concebía su propia existencia.

Precisamente en el vigésimo tercero de dichos versos, planteó:

Yo quiero salir del mundo   

          Por la puerta natural:

          En un carro de hojas verdes

          A morir me han de llevar

          No me pongan en lo oscuro

          A morir como un traidor:

          ¡Yo soy bueno, y como bueno

          Moriré de cara al sol!

Martí expuso igualmente su criterio en los Versos Sencillos sobre la importancia que le atribuía al hecho de hacer buenas acciones.

Al respecto detalló:

          Cuando al peso de la cruz

El hombre morir resuelve,

Sale a hacer bien, lo hace, y vuelve

          Como de un baño de luz

También él se refirió al tema de la esclavitud. Dedicó integrante uno de estos poemas a reflejar una vivencia que tuvo en Caimito de Hanábana en la etapa de su niñez cuando apreció cómo eran tratados los hombres y mujeres sometidos a esa cruel explotación.

Y en el trigésimo cuarto de sus Versos Sencillos patentizó además al manifestar su condena resuelta a la esclavitud de los seres humanos:

          Yo sé de un pesar profundo

          Entre las penas sin nombres:

          ¡La esclavitud de los hombres

          Es la gran pena del mundo! 

Sobre la amistad volvió a tratar en esta obra poética al dedicar integrante el poema número 44 a este tema.

Estableció comparaciones entre lo que podían poseer los hombres o animales y destacó que él tenía mucho más al contar con un amigo. Precisamente en la parte final de este poema expresó:

          Tiene el señor presidente

          Un jardín con una fuente,

          Y un tesoro en oro y trigo:

          Tengo más, tengo un amigo.

Uno de los Versos Sencillos más popularizados de Martí es exactamente el número 39, en el que se puede apreciar su generosidad puesto que hizo referencia a lo que era capaz de ofrecer tanto a amigos como a aquellos que incluso le hicieran malas acciones.

Él aseguró:

  Cultivo una rosa blanca,

          En julio como en enero

Para el amigo sincero

Que me da su mano franca.

          Y para el cruel que me arranca

          El corazón con que vivo,

          Cardo ni oruga cultivo:

          Cultivo la rosa blanca.

Acerca de las características de los Versos Sencillos de José Martí han expuesto consideraciones diversos investigadores tanto de Cuba como de otras partes del mundo.

Por ejemplo el poeta y ensayista Ángel Augier, manifestó en su libro Acción y poesía en José Martí,  editado por el Centro de Estudios Martianos y la  Editorial Letras Cubanas, en 1982:  “Los Versos Sencillos están prestigiados por esa maravillosa espontaneidad que distingue las estrofas que anteceden, aunque su autor los quiso velar de un

sugestivo simbolismo, como para elevar al máximo su rica sustancia lírica. Recuérdese cómo advierte él su idea poética de esta obra en la interrogación esclarecedora de su prólogo: “¿Ni a qué exhibir ahora, con ocasión de estas flores silvestres, un curso de mi poética, y decir por qué repito un consonante de propósito o los gradúo y agrupo de modo que vayan por la vista y el oído al sentimiento, o salto por ellos, cuando no pide rimas ni soporta repujos la idea tumultuosa.”

En las breves estrofas, ¡que intensidad de pensamiento y sentimiento supo condensar el poeta! Junto a recuerdos de su vida, de goce o de dolor, de júbilo o de angustia, tocamos la presencia cósmica inefable; junto a la humana agonía, vibra poderoso el tenaz latido del patriota; una cernida filosofía se diluye de pronto en un fervoro panteísmo;  se hermanan el amor filial y la pasión del amante; todos los tonos y todos los matices iluminan y cantan en estas profundas y ligeras rimas…”

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