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Preguntas para los jefes

4 de diciembre de 2015

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Human resources

Ser jefe, dirigir a un grupo de personas –grande o pequeño– trae consigo mucha responsabilidad, y poseer determinadas características, algunas que las cuales son conocer la actividad que va a dirigir, o sea ser especialista en la materia, tener experiencia, seguridad, estar motivado por trabajar bien, tener visión que significa poseer una proyección futura. Todo esto es conocido por todos, pero resultan apenas características básicas, porque es menester tener una personalidad con atributos especiales que hagan que los demás quieran seguirlo, o sea, tener inteligencia emocional y a eso me voy a referir hoy. Esto resulta tan importante que marca la diferencia entre los que pueden dirigir y los que no (pese a que vemos jefes que no las poseen y por eso son tan desastrosos en su gestión).
No voy a dar una conferencia sobre personalidad e inteligencia emocional porque resultaría de un aburrimiento total y de seguro que perdería a muchos lectores, así que voy a hacer potable este asunto a partir de algunas preguntas que se deben hacer las personas que dirigen o aspiran a hacerlo para que les sirva de guía para tomar alguno de estos dos caminos: renunciar a dirigir o trabajar en la educación de sus deficiencias.

Las preguntas que a mí me parecen claves son:
–¿Qué significa para mí dirigir en términos emocionales?
Si las respuestas están dentro de la satisfacción de estar por encima de los demás, entonces Ud. tiene pocas posibilidades en este asunto porque deben ser emociones positivas por ser responsable de una actividad y de personas subordinadas dirigidas a una meta común, lo cual en sí mismo lleva a tener emociones positivas por la responsabilidad que conlleva y los éxitos que se pueden lograr.
–¿Me interesa la composición emocional de mis subordinados? ¿Puedo lidiar con sus estados de ánimos negativos? ¿Me interesan como personas con sus problemas?
Definitivamente la respuesta debe ser SÍ, porque si es NO entonces retírese o dedíquese a trabajar con piedras porque hasta para ser jardinero hay que tener sensibilidad. Es un hecho que los subordinados se comprometen con los jefes que son capaces de resonar con ellos en sus individualidades, y esto los compromete mucho porque los hace sentir parte de un colectivo.
–¿Puedo lidiar con los fracasos?
Y aquí la importancia de la respuesta está en el hecho de que ser exitoso tiene que ver con la capacidad de enfrentar los fracasos asumiendo la responsabilidad de nuestros errores sin intentar de hacerlo recaer en los subordinados, como suelen hacer muchos jefes quienes en el mejor de los casos se refieren en tercera persona del plural al responsable del error y dicen “debimos tener en cuenta que no era posible…..”, cuando en realidad cada paso del camino hacia el fracaso tiene nombre y apellidos entre los que se encuentra el suyo propio. Además de poseer en ese momento la capacidad emocional de no estallar en ira o andar triste como si el cielo cayera sobre su cabeza. Lidiar con el fracaso significa asumir lo que no salió bien, con las consecuentes –y ajustadas– respuestas emocionales negativas e inmediatamente prepararse para el nuevo camino.
–¿Cuáles son mis emociones cuando un subordinado tiene un mejor plan que yo y es más acertado en las ideas y propuestas?
Si es molestia, envidia o crítica para hacer prevalecer nuestra opinión, seguro que somos un jefe pésimo y suspicaz porque vemos un contrincante que puede hacer tambalear nuestra posición y puede ser mejor que nosotros, cuando mejor podríamos preguntarnos “¿Acaso logré estimular a este subordinado para que haya llegado a éste nivel?”. O pensar que esta persona puede ser un buen jefe y ayudarlo a lograrlo, porque hay que aceptar que no somos los mejores del planeta tierra, y esa persona puede ser también un buen jefe, incluso mejor que nosotros.
Por supuesto que esto no es todo, pero creo que es un mini cuestionario básico que puede ser de utilidad para la importante gestión que es dirigir.

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