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Poemas de José Martí a su familia

15 de noviembre de 2019

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En varias de las creaciones poéticas de José Martí se reflejó en forma elocuente el amor que sintió por sus padres, su esposa, su hijo y sus hermanas, respectivamente.

Un ejemplo de ello es la que se estima sea su primera obra poética, la titulada “A mi madre” en cuya parte inicial expresó:

 

Madre del alma, madre querida

Son tus natales, quiero cantar;

Porque mi alma, de amor henchida

Aunque muy joven, nunca se olvida

De la que vida me hubo de dar.

 

Igualmente hizo referencia a su padre, por ejemplo en sus Versos Sencillos, cuando al evocar a Don Mariano, señaló:

 

Si quieren que de este mundo

Lleve una memoria grata        

Llevaré padre profundo,

Tu cabellera de plata.

 

Sus hermanas, siete en total, también fueron fuente de motivación para

José Martí cuando creó poemas. A varias de ellas les dedicó algunos poemas, como el identificado “Carta de Madrugada”, en el que específicamente hizo referencia a Antonia y a Amelia.

 

Me han dicho que hay dos ángeles

Estremecidos,

Que habitan de pasada

Un pobre nido.

Me han dicho que a la puerta

Del caserío,

Asoman los lobeznos

De los caminos.

 

También José Martí en un poema hizo alusión a quién fuera su esposa Carmen Zayas Bazán. En La Habana en la publicación El Cubano, el 12 de abril de 1888, se reflejó, precisamente, la creación de Martí titulada “Carmen”. Este poema se estima que lo creó en 1887, año en que tuvo lugar su casamiento con la camagüeyana Carmen Zayas en México. Martí dejó constancia en este poema de su amor por su esposa al precisar en la tercera cuarteta de la citada obra:

 

Es tan bella mi Carmen, es tan bella,

Que si el cielo la atmósfera vacía

Dejase de su luz, dice una estrella

Que en el alma de Carmen la hallaría.

 

Su hijo, José Francisco, constituyó igualmente fuente de motivación para él y esto se evidenció de manera especial en su libro Ismaelillo, integrado por 15 hermosos poemas en los que lo calificó como un príncipe enano, mi caballero, mi jinetuelo e hijo del alma.

Este libro Martí se lo dedicó especialmente a su hijo a quién le manifestó en la introducción: “Hijo: Espantado de todo me refugio en ti. Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud, y en ti.”

Y además le aseguró: “Si alguien te dice que estas páginas se parecen a otras páginas, diles que te amo demasiado para profanarte así. Tal como aquí te pinto, tal te han visto mis ojos. Con esos arreos de gala te me has aparecido. Cuando he cesado de verte en una forma, he cesado de pintarte. Esos riachuelos han pasado por mi corazón. ¡Lleguen al tuyo!”.

En uno de los poemas que integran este libro, Martí también señaló al recordar su relación con su hijo:

 

Por las mañanas

Mi pequeñuelo

Me despertaba

Con un gran beso

Puesto a horcajadas

Sobre mi pecho,

Bridas forjaba

Con mis cabellos.

Ebrio él de gozo,

De gozo yo ebrio,

Me espoleaba

Mi caballero:

¡Que suave espuela

Sus dos pies frescos!

¡Como reía

Mi jinetuelo!

Y yo besaba

Sus pies pequeños

¡Dos pies que caben

En un solo beso!

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