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Pinelli (I)

3 de agosto de 2022

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GERMAN 01

 

Sobre Germán Pinelli escribió en una ocasión la periodista Paquita de Armas: «¿Tenía voz agradable? ¡NO!, ¿era un hombre atractivo?, ¡NO!, ¿era un dandy vistiendo? ¡NO! ¿Entonces? Era telegénico y poseía una vastísima cultura, unido a la agilidad mental más la habilidad de decir la palabra justa en el momento preciso. Y poseer eso que llaman “don de gente”».

Y es muy cierto. Su imagen quijotesca, su reluciente calvicie y su voz chillona no fueron impedimento para que este raigal habanero se convirtiera, a fuerza de cultura, talento y cubanía en el locutor más completo de la radio y la televisión del país. Incluso fue reconocido en 1968 con el Premio Internacional Ondas al Mejor Presentador Iberoamericano.

Nacido en 1907, hijo de padres españoles, desde pequeño manifestó inclinación por el arte. Era aún chico cuando aprendió a tocar piano y guitarra, y comenzó a tomar clases de canto.

Tenía 13 años cuando el gran Enrico Caruso vino a Cuba.

“Mi madre, contó él, le escribió pidiéndole una entrevista y él me recibió en el hotel Sevilla, donde le canté la conocida aria del tenor en Caballería Rusticana. Parece que le gusté. Recuerdo que al terminar dijo: ¡Ma come canta, che tono, che voce!”

En 1922 canta por primera vez para la naciente radio, desde el Teatro Campoamor en un control remoto de la emisora PWX de la Cuban Telephone Company, apenas unos meses después que tuviera lugar la primera transmisión radial en el país.

Por esa época, Pinelli gana una beca para estudiar el bell canto en Italia. Pero no recibe los fondos prometidos y para colmo de males, una enfermedad trunca sus sueños líricos. Pero él no se apartará jamás del arte. Y se dedica a los tangos, muy de moda por esos días. Con su hermana Sol -la otra artista de la familia- recorre la isla como parte de pequeñas compañías, él toca piano y ella interpreta tangos.

Germán Pinelli se deja escuchar ahora con la orquesta de los hermanos Palau en el Casino Nacional, de donde pasa al Cabaret Sans Soucí, hasta 1933. Después marcha a Panamá, realiza giras por varios países y, según se cuenta, llega a cantar con Libertad Lamarque y Carlos Gardel.

Cuando regresa a Cuba, vuelve a su quehacer en la radio. Son tiempos muy difíciles. “Recuerdo que tocaba piano y cantaba en la CMBN por solo 10 pesos mensuales. También hacía de operador y redactaba textos. Teníamos sólo tres anunciantes: uno chino, otro sirio y el último era un español que no pagaba por los anuncios, simplemente nos traía cada semana un pan con jamón.”

En 1935 comienza a trabajar como redactor publicitario en la emisora CMQ. Conocimientos no le escasean. Aquí cobra 12 pesos mensuales y la comida gratis, pero cosa curiosa, son cuatro compañeros y la comida sólo alcanza para tres.

“Uno de nosotros tenía que dejar de comer”.

Su primera gran actividad en la radio sería el entierro del famoso cantante Pablo Quevedo. Extraordinaria manifestación del pueblo fue aquel sepelio que se inició a las dos de la tarde, en la barriada de la Víbora, y terminó a las ocho de la noche cuando el cortejo llega al cementerio de Colón.

La despedida del duelo estuvo a su cargo.

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