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Pelé, la historia del Rey en los Mundiales

13 de junio de 2014

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pele_1Pelé debutó muy joven, con apenas 17 años, en la Copa Mundial de Suecia, en 1958 y de seguro no ha habido un novato que haya brillado más que él. Los brasileños mostraron en aquella cita una enorme capacidad ofensiva; aunque pocos pensaron que el chico sería una pieza fundamental en la primera corona brasileña.

Pelé abrió como regular en el tercer partido del equipo, frente a la entonces Unión Soviética; pero su nombre llegó a los titulares en el encuentro de cuartos de final, pues marcó el gol que le dio el triunfo a los sudamericanos sobre Gales y les posibilitó pasar a la semifinal ante Francia.

Frente a ellos, el joven Pelé mostró sus mejores habilidades y por primera vez anotó tres goles con la selección nacional. Para completar su brillante debut, adicionó dos anotaciones más en el éxito final sobre Suecia de 5 por 2. De esta manera, la llamada “canarinha” levantó por primera vez la Copa Jules Rimet.

Cuatro años después, en Santiago de Chile, Pelé tuvo mala suerte, ya que antes del inicio del evento se le diagnosticó un esguince y, en el segundo juego, la lesión se complicó aún más, por lo que la joven estrella vio desde el banco cómo su equipo retenía la corona mundial.

En Inglaterra 1966 las cosas fueron peores para Pelé, por dos razones: en el partido más importante, frente a la fortísima selecciona portuguesa, liderada por Eusebio, los europeos golpearon con tanta fuerza a Pelé que este salió seriamente lesionado del campo; además, Brasil fue eliminado en la primera fase de grupos.

Llegamos hasta México, en 1970. Aquel fue un Mundial espectacular, con partidos trepidantes, muchísimos goles y un hecho significativo: ningún jugador resultó expulsado. El fútbol vivió uno de sus momentos más elevados y los brasileños, liderados por Pelé, dejaron atrás los fantasmas de la cita anterior y mostraron su mejor rostro; aunque meses antes vivieron momentos de mucha tensión, porque el entrenador Saldanha insistió en dejar fuera a Pelé.

Esa decisión no fue bien recibida en el país y poco después el director fue sustituido por Mario Zagallo. Sobre el terreno, el equipo de Jairzinho, Carlos Alberto y, por supuesto, Pelé, fue el mejor; pero no resultó un camino fácil, pues Perú y Uruguay opusieron una tenaz resistencia.

El partido final enfrentó a Italia y Brasil. Ambas selecciones habían ganado en dos ocasiones la Copa Jules Rimet y el vencedor del partido podría guardar en sus armarios, para siempre, el añorado trofeo. El primer gol llegó cuando Rivelino pateó un centro al área. Pelé, quien no se caracterizó por marcar muchos goles con la cabeza, se elevó por encima de los defensores y logró conectar el balón que terminó en las redes italianas. Luego los europeos empataron; pero, en el segundo tiempo, se vivieron 45 de los mejores minutos del fútbol brasileño y cayeron tres goles. Ninguno de ellos fue marcado por Pelé; aunque sí tuvo participación en las jugadas que concluyeron en las anotaciones.

Brasil logró su tercera corona y recibió la Copa Jules Rimet. Pelé estuvo en esos tres momentos inolvidables.

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