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Para un buen final (III)

13 de noviembre de 2015

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HIJOS ADOLESCENTES

 

Quedamos en que les hablaría hoy sobre las dos últimas habilidades que tributan a las virtudes o cualidades básicas en la educación infantil y juvenil que son: la responsabilidad, el respeto y el ingenio, y que están directamente relacionadas con las competencias emocionales.
Estas, son las habilidades del Método (responsabilidad, adaptabilidad y flexibilidad) y las habilidades de Juicio (planificar, identificar elecciones y toma de decisiones maduras). En el primer caso, o sea, la responsabilidad, la adaptabilidad y la flexibilidad dan paso a que el niño empiece a construir cualidades de la personalidad que lo harán una persona comprensiva y con posibilidades de pertenecer a diferentes ámbitos sociales y asimilar distintas posturas en las relaciones interpersonales. Ser adaptable y flexible NO son características de personas débiles, ni que se dejen dominar por otros más fuertes, sino que, teniendo muy claros y firmes sus puntos de vista y límites, tiene una capacidad muy buena para adaptarse a los cambios necesarios, es decir, no es una persona rígida. La flexibilidad no es más que la cualidad de tener un amplio rango de entendimiento y comprensión de los demás y de otras situaciones ajenas a las propias.
Para tener esta habilidad de juicio –en contra de lo que se cree popularmente–, hay que ser una persona con límites y criterios muy firmes, y para nada conjuga con el exceso de tolerancia y la falta de criterios morales. Y esto me parece interesante enfatizarlo, porque no es difícil encontrar quienes confunden al flexible con el tolerante y depositario de confesiones poco éticas y conductas trasgresoras, y cuando se le pone freno, viene la pregunta ¿cómo es posible que tú no me ayudes, por ejemplo, en engañar a…? Creo que queda claro que resulta de mucha importancia esta habilidad para la vida que no por gusto lleva el nombre de “método”, ya que da un conjunto de regularidades conductuales y afectivas.
Por otra parte, la habilidad del Juicio que contiene la planificación, la identificación de elecciones y la toma de decisiones maduras, significa la necesidad de desarrollar las capacidades de planificar las acciones que queremos llevar a cabo y no andar improvisando. Sin querer decir que la vida del niño sea mecánica y no haya espacio a la espontaneidad, sino que se establezcan prioridades, para que, más adelante, posea la destreza de saber proyectar la vida con metas bien definidas, donde también resulta de importancia la identificación de elecciones que no es más que poder elegir las opciones que se presentan, y más aún, crear opciones, sin temor a lo nuevo, a lo desconocido. No es extraño ver que los padres queremos crearle al niño un mundo protegido de lo desconocido, guiándolo por caminos ya hechos y probados; lo cual resulta en la creación de miedos y la consiguiente incapacidad a crear sus propios espacios y lanzarse a la aventura de lo nuevo.
Finalmente llegamos a la toma de decisiones que es una adquisición producto de la madurez, y si bien es cierto que hay que adiestrar al niño a que tome sus propias decisiones y no usurparle el derecho, por ejemplo, de escoger sus amigos, como quiere celebrar sus cumpleaños, escoger la ropa que se va a poner o si quiere aprender piano y no practicar fútbol; también es cierto que no es antes del arribo de la juventud que se logra tenerla totalmente conformada. Esto ocurre por razones no solo psicológicas, de maduración biológica, sino también por razones sociales, ya que la independencia que se adquiere en las edades después de los 20 años y las exigencias sociales que esto conlleva, es lo que permite y exige que el que fuera niño y ya es joven tome decisiones en su vida.
Y así llegamos al final, no solo de este tema, sino también de la etapa más importante de la educación de los hijos, ya que las enseñanzas a los hijos adultos toma ribetes diferentes, aunque ya sea de pequeños, como ya de grandes, lo que todo padre quiere es llegara a un buen final.

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