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Para crear un buen clima emocional

8 de enero de 2016

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Revisando los artículos que he escrito para este espacio desde el año 2013 me doy cuenta de que he abordado varias veces el tema de los jefes, el liderazgo y las cualidades, atributos y conducta que deben tener quienes dirigen; sin embargo hoy regreso de nuevo con esta temática. No voy a repetir lo que ya he dicho, ya que es tan amplio, importante y actual que tiene muchas aristas inexploradas. Creo que no es ocioso decir que –esto sí lo repito– que en el mundo laboral actual es una necesidad trabajar en equipo porque no es posible de ninguna manera que una sola persona, o dos sean capaces de trabajar en cualquier esfera laboral, ya sea artística, científica, etc. y lograr resultados importantes. Hay que aprender a trabajar en colectivo y para que esto funcione bien hay que tener un líder que sepa lo que hace para potenciar todas y cada una de las cualidades, potencialidades y recursos de sus subordinados, lo cual se dice fácil pero resulta de una alta complejidad.
Quien sabe dirigir bien es capaz de hacer que sus trabajadores desarrollen capacidades que ni ellos mismos se auto reconocen. Uno de los aspectos que se debe tener en cuenta es que los jefes deben crear un clima emocional que movilice lo mejor de los demás y esto se traduce en varios aspectos como son esbozar un objetivo común que resulte movilizador para todos los integrantes, y en este sentido es importante no solo tener en cuenta el contenido racional de ese objetivo, sino también la forma seductora en que el jefe lo presente, lo explique y haga que sus trabajadores sientan que son parte del proyecto que derivará de este objetivo inicial –aquí se puede ver en qué estriba lo “movilizador” que mencioné antes.
Otro aspecto también es que quien dirige tenga la capacidad de establecer puentes entre los objetivos de los trabajadores y las metas de la organización, la institución, la empresa, que significa que tiene que existir una continuidad entre lo que a mí como trabajadora me interesa y por tanto, me motiva y lo que mi centro de trabajo tiene como proyectos a realizar. En este punto hay quienes se preguntan con justa razón que una organización laboral no va a cambiar sus líneas y metas en función de sus trabajadores, y por otro lado, las personas debemos trabajar en aquellos lugares cuya actividad esté en concordancia con nuestra profesión e intereses. Les doy toda la razón; pero también es cierto que pueden ocurrir cambios en la institución que la desvían de sus propósitos iniciales y que pueden resultar inesperados, y le toca a quienes dirigen lograr una redirección que posibilite restablecer la continuidad motivacional entre lo personal y lo institucional.
Como elemento que no puede faltar en ningún momento de toda la actividad laboral es tener un clima de relaciones interpersonales armónicas, y aquí me parece que con un ejemplo se puede entender lo que significa esto: si uno se siente feliz de llegar a su trabajo y ver a sus compañeros, sintiéndose cómodo, significa que existe un clima armónico. También quien dirige debe tener en cuenta los valores personales de sus subordinados, ya que creer que todos somos buenos y no tenemos defectos que matizan nuestras conductas es ingenuo; por lo que es necesario sacar provecho de lo mejor de cada cual, teniendo en cuenta el límite que establecen los defectos e incluso se pueden utilizar estos para lograr un objetivo, ya que si Juan es desconfiado y siempre le está buscando las cuatro patas al gato, pues él puede ser un buen observador en la negociaciones difíciles donde en el otro lado de la mesa haya “tiburones” empresariales.
Me queda hablar de la necesidad de estimular el compromiso mediante la participación, establecer objetivos desafiantes y estimulantes lo que crea un ambiente de aventura, de reto y hace que el horario laboral no sea monótono y aburrido, incitando la iniciativa, la búsqueda de nuevos caminos. Por último –y con toda intención lo dejé para el final– es que el verdadero jefe tiene la obligación de eliminar el temor que pueden provocar los directivos y eso se logra dirigiendo de forma clara, diáfana y manteniendo el control en situaciones críticas.

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