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Panamericanos de 1991 o cuando La Habana fue una fiesta

17 de julio de 2015

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habana91Veinticuatro atrás Cuba vivió uno de los momentos más espectaculares en su historia deportiva: la exitosa organización de los XI Juegos Panamericanos.Todo funcionó bien en esos inolvidables 15 días de agosto de 1991 y, para completar la alegría nacional, la delegación cumplió una actuación memorable que la llevó a la primera posición por países, con 140 medallas de oro, por delante de Estados Unidos.
Estos son hechosque se recuerdan con agrado, aunque tal vez algunos hayan olvidado que, en lugar de 1991, Cuba intentó organizar la cita de 1987; pero algunos directivos de la Organización deportiva panamericana (ODEPA) lo impidieron.
Los Juegos de 1987 inicialmente se iban a celebrar en Quito; sin embargo,en 1984 era evidente que los ecuatorianos tenían serios problemas económicos y no podrían cumplir con los plazos establecidos por la ODEPA. Era imprescindible buscar un reemplazo cuanto antes o se corría el riesgo de romper con la tradición de reunir, cada cuatro años, a los mejores atletas del continente.
Cuba solicitó formalmente a la ODEPA que se le otorgara la sede y el momento más propicio para oficializar el cambio era la reunión general de la organización que se celebraría en La Habana, en junio de 1984. Precisamente por esa fecha el gobierno cubano anunció que no participaría en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles.
De acuerdo con el periodista Enrique Capetillo, en su libro “Un Girón deportivo”, Fidel Castro se reunió con el entonces presidente de la ODEPA, Mario Vázquez Raña y con Peter Uberroch, titular de la organización de la cita estival, para explicarles que nuestro país no asistiría a la ciudad norteamericana no por motivos de seguridad, sino por razones de solidaridad con la entonces Unión Soviética.
Esa decisión no fue bien acogida por algunos dirigentes de la ODEPA. La represalia fue inmediata y la reunión de La Habana quedó pospuesta. Así se esfumaban las posibilidades de acoger a los Panamericanos de 1987, porque era evidente que aparecería otra ciudad candidata que sí recibiría el visto bueno de la ODEPA.
Cinco meses después, en noviembre de 1984, la Asamblea General de la ODEPA se reunió de forma extraordinaria en México y allí el Comité Ejecutivo votó por otorgarle la sede a Indianápolis, la capital del estado de Indiana, en Estados Unidos. De esta manera se completó el “castigo” contra la Isla.
Luego de esaAsamblea, algunos pensaron que Cuba no intervendría en los Panamericanos de 1987; sin embargo, fructificó el diálogo entre las principales autoridades cubanas y las del Comité organizador de Indianápolis y del Comité olímpico norteamericano. De esos encuentros surgieron dos acuerdos fundamentales: Cuba participaría en los Panamericanos; mientras los estadounidenses se abstendrían de presentar una candidatura para los Juegos de 1991.
No obstante, hubo que vencer otros obstáculos. Varios delegados en la Asamblea se oponían a otorgarle la sede a Cuba, así que la idea era oponer las propuestas de La Habana con las del balneario turístico argentino de Mar del Plata. La Asamblea de la ODEPA se realizaría en un lujoso hotel de Barbados, en 1986, y no se sabía con certeza cómo terminaría la reunión.
La delegación cubana no tuvo problemas para presentar todos los documentos y realizó los trámites pertinentes, entre los que se incluyeron los avales del Jefe de Estado y de Gobierno, el Ministro de Relaciones Exteriores, el alcalde de La Habana y el presidente del Comité olímpico nacional que era, en aquel momento, Manuel González Guerra. Además, se completó el pago de la fianza correspondiente. Mientras, los delegados de Mar del Plata no pudieron presentar la documentación reglamentaria y desistieron en su empeño de organizar los Juegos de 1991. Ante esta situación, La Habana quedó sin  contendientes y obtuvo la sede.
Aquí no concluyeron las complicaciones, pues aunque la capital cubana había recibido la sede; ahora debía mantenerla y para eso tenía que cumplir con los plazos impuestos por la ODEPA para la construcción de varias instalaciones y de la villa que albergaría a los más de 4000 atletas previstos.
A principios de los noventa del siglo pasado Cuba cayó en una profunda crisis económica, producida por el derrumbe del Campo socialista y la disolución de la Unión Soviética. A pesar de estasserias dificultades, se hizo un extraordinario esfuerzo y el 2 de agosto de 1991, los más de 4500 atletas, provenientes de 39 países, desfilaron en un estadio nuevo, ubicado al este de La Habana.
Para los XI Juegos en La Habana, en 1991, se construyeron ocho modernas instalaciones: el estadio panamericano que fue la sede del atletismo; también la bolera; la pista acuática en la presa La Coronela donde se desarrollaron las competencias de remos y canoa-cayak; además, el velódromo nacional  para el ciclismo; el patinódromo; el complejo de piscinas Baraguá y las salas polivalentes “Kid Chocolate”, en La Habana Vieja y “Ramón Fonst”, en Plaza.
En la subsede de Santiago de Cubala actividad también fue intensa porque allí se efectuaron seis deportes. En la inauguración de los Juegos el estadio Panamericano estaba absolutamente lleno y desde el terrenoTocopán, sin dudas una carismática mascota, saludó a los visitantes. Así comenzaba a vivirse una extraordinaria fiesta deportiva que concluyó 15 días después.
Cinco fechas antes del final, Cuba tomó la delantera en la tabla de posiciones y fue ampliando la ventaja hasta sobrepasar, en 10 títulos, a Estados Unidos. Solo en una ocasión, en 1951, una delegación norteamericana había perdido los Panamericanos.
Han pasado más de dos décadas y muchas cosas cambiaron en el panorama deportivo panamericano. Para Cuba mantener el segundo puesto es cada vez más difícil; mientras las instalaciones construidas necesitan unaurgente remodelación que les permita acoger nuevamente a importantes competencias. Entonces, nos queda recordarlos grandes triunfos vividos en los Panamericanos de 1991 y desear que La Habana vuelva a ser otra fiesta.

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