ribbon

Pablo Montes y su carrera contra el tiempo

25 de abril de 2014

|

pablo_montesPablo Montes toma la última vuelta con la máxima velocidad que le puede imprimir a sus piernas. Grita la señal convenida y Enrique Figuerola extiende su mano para recibir el batón. El cambio es perfecto; pero los norteamericanos mantienen la ventaja. Figuerola intenta descontar la mínima diferencia. Desde su carril, Montes no le quita la mirada a su compañero en el relevo. Está cansado. Demasiadas carreras en muy poco tiempo. Lleva las manos a la cabeza, mientras Figuerola se aleja cada vez más de él. En esa posición se mantiene cinco, diez, quince segundos. Su cuerpo, exhausto, muchas veces golpeado por el asma, sigue detenido sobre el carril, aunque su mente parece estar muy distante de allí.
Los segundos se convierten en años para Pablo Montes quien no es ya el corredor sudado, expectante, con las manos en la cabeza, en una cálida tarde de octubre en el estadio olímpico de Ciudad México, la sede de la cita estival de 1968. Ahora es Montes el futbolista quien sueña con ser una estrella en los equipos de El Vedado y la Ceiba, también con la selección nacional juvenil, al tiempo que trabaja en los astilleros situados cerca del río Almendares en la capital cubana.
Pero los desencuentros con los goles convencieron a Montes de que debía aprovechar su velocidad en otro deporte y ninguno mejor que el atletismo. Comenzó en 1964, en los 400 metros; sin embargo, sus resultados fueron mediocres en la vuelta a la pista y entonces tomó la decisión más importante de su vida: se convirtió en corredor de distancias cortas, 100 y 200 metros.
En 1967, Montes apenas tenía 20 años y ya era miembro de la selección nacional que intervino en los Juegos Panamericanos de Winnipeg. Allí quiso retornar a la primera distancia que corrió: los 400 metros. No le fue bien y el sexto puesto, con un discreto tiempo de 46,88 segundos, acabó de convencerlo: lo suyo era la velocidad. En aquellos Panamericanos subió al podio de premiaciones por primera vez en su vida al obtener el bronce en los 200 metros y la plata como integrante del relevo de 4 x 100 metros.
Ese sería el primer aviso de cuánto podrían lograr los cuatro corredores integrantes del relevo. La confirmación llegaría poco después. La enorme altura de más de dos mil metros sobre el nivel del mar de Ciudad México ayudó a que se impusieran múltiples récords, sobre todo en el atletismo. Entre todas las marcas, el increíble salto de 8,90 metros de Bob Beamon se mantuvo en los libros por más de dos décadas.
Cuba presentó en México una nómina de velocistas muy similar a la que intervino en los Panamericanos de Winnipeg, solo que ahora los resultados serían superiores. Pablo Montes, con 21 años, fue inscrito en dos eventos: los 100 metros y el relevo 4×100. En las tres carreras que hizo en la modalidad  más rápida del atletismo, Pablo logró tiempos idénticos de 10,1 segundos y pudo incluirse en la final. En ella se enfrentó con los atletas más veloces del momento y quedó muy cerca de las medallas. El gran favorito, el estadounidense Jim Haines, triunfó con registro de 9,9 segundos, récord mundial y olímpico; detrás se ubicaron Lennox Miller, de Jamaica y Charles Green, de Estados Unidos, ambos 10 segundos; mientras, Montes quedó cuarto, separado solo por una centésima de Miller y Green.
La historia de Pablo Montes no había concluido en México. Luego de su intervención en los 100 metros, se concentró por completo en el relevo 4×100. La cuarteta olímpica de 1968 todavía es considerada la mejor de todos los tiempos en Cuba. Además de Montes la conformaban Juan Morales, Hermes Ramírez y Enrique Figuerola quien ya había asombrado al mundo con su plata en la Olimpiada de Tokio, en 1964.
El 19 de octubre de 1968 los cubanos colocaron sus nombres en los libros de marcas al ganar la primera carrera eliminatoria con marca de 38,7, un récord olímpico, por delante de los norteamericanos. Ese mismo día, en la tarde, derrotaron nuevamente a los estadounidenses, con otro registro impresionante: 38,6 segundos.
La escena quedó lista al día siguiente para la final. Cuba y Estados Unidos eran los lógicos favoritos y la rivalidad había crecido entre ambas cuartetas, por lo que se esperaba una carrera muy rápida. Después de 200 metros, Montes recibió el batón con una ligera desventaja. Corrió con todas sus fuerzas y se mantuvo muy cerca de su rival que iba por el carril de al lado.
Después de entregar el batón a Figuerola, Montes llevó sus manos a la cabeza y deseó con todas las fuerzas que su compañero lograra la hazaña de derrotar al campeón Jim Haines. Ambos se fueron alejando y los gritos de la multitud aumentaron en la medida que se acercaban a la meta.
El final fue en extremo reñido. Haines pudo un poco más que Figuerola y entró primero, con ventaja de apenas una centésima: 38,2, récord mundial, por 38,3.
La carrera había terminado. Los norteamericanos le dieron la vuelta triunfal al estadio mexicano; mientras, los cubanos también festejaban. La impresionante marca de 38,3 segundos permaneció como récord nacional hasta que otra espectacular cuarteta, la que intervino en la Olimpiada de Barcelona 1992, integrada por Joel Isasi, Jorge Luis Aguilera, Joel Lamelas y Andrés Simón,  rebajó el récord a 38 segundos y obtuvo la medalla de bronce.
Después de la cita estival de 1968, Montes siguió brillando. En los Juegos Centroamericanos de Panamá, en 1970, obtuvo tres títulos en los 100, 200 y en el relevo corto. Ese mismo año participó en los Juegos Mundiales Universitarios. En ellos no pudo acercarse a las medallas en los 100—apenas sexto—; pero una vez más sobresalió como parte del relevo que alcanzó el título.
Su carrera deportiva siguió en ascenso y en los Panamericanos de Cali, en 1971, ganó la plata como parte del relevo 4×100, con tiempo de 39,84 segundos. En 1972 intervino en su segunda olimpiada, la de Munich; aunque los resultados no se parecieron a los de México. Montes volvió a ocupar la tercera plaza en el relevo; pero la cuarteta quedó eliminada en la semifinal, al entrar en la quinta posición, con 39,04 segundos.
En los Centroamericanos de 1974, Montes fue tercero en los 100 metros y campeón con el relevo. Su última participación en un gran evento ocurrió en los Panamericanos de México, en 1975. En su regreso al estadio donde obtuvo sus mejores resultados históricos, Montes repitió la plata en el relevo 4×100, con 38,46 segundos.
Luego vino el retiro; aunque Montes siguió sobre las pistas, como entrenador. En 2005 fue incluido en el  Salón de la Fama del atletismo de Centroamérica y el Caribe.
En la mañana del 26 de octubre de 2008, un infarto sorprendió a Pablo Montes. No hubo una segunda oportunidad para el hombre que, gracias a su velocidad, pudo dejar atrás a todos los rivales durante una década. Su nombre será recordado por siempre como parte de la generación más brillante de velocistas del atletismo cubano.

Galería de Imágenes

Comentarios