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Otro cuarto de siglo para Don Quijote

5 de julio de 2013

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Por estos días, el Ballet Nacional de Cuba celebra el primer cuarto de siglo del estreno de su versión completa de un clásico: Don Quijote. Este ballet, con coreografía de Marius Petipa y música de Ludwig Minkus fue estrenado en el Teatro Bolshoi de Moscú el 14 de diciembre de 1869. Constaba entonces de 4 actos y 8 escenas y aunque afirmaba derivar de la novela El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, la presencia en ella del Caballero andante y su fiel escudero era más o menos incidental pues el peso mayor en la acción la llevaban el barbero Basilio y su enamorada Quiteria, ambos tomados de un pasaje colateral de la novela, conocido como “Las bodas de Camacho”.
La obra tuvo tanto éxito que en noviembre de 1871 Petipa hizo una nueva versión para el Teatro Marinski de San Petersburgo. Durante el resto del siglo XIX este ballet permaneció casi exclusivamente limitado a Rusia, pero en la primera mitad de la centuria siguiente algunas figuras de aquel país, divulgaron por el mundo fragmentos de la obra, especialmente el pas de deux de Basilio y Quiteria, del cual hizo una especial creación  nuestra Alicia Alonso a lo largo de su carrera.
Solo muy avanzado el siglo XX algunas compañías de Europa y América se empeñaron en hacer montajes integrales de esta obra, en versiones como la del yugoslavo Zarko Previl y sobre todo las de los rusos Rudolph Nureyev y Mijail Barishnikov.
La versión cubana, con dirección artística y coreográfica de Alicia Alonso, especialmente apoyada por Marta García, María Elena Llorente y Karemia Moreno, contaba con una revisión integral del libreto a cargo de Salvador Fernández para restituir a la danza lo más posible del espíritu de la novela cervantina, el propio Fernández fue el diseñador de la escenografía y el vestuario.
El espectáculo que los espectadores presenciaron en el Gran Teatro de La Habana aquel 6 de julio de 1988, dignificaba las figuras de los personajes mímicos de Don Quijote y Sancho y les quitaba el aire bufonesco con que otras puestas los habían tratado, además establecía una relación más estrecha entre baile y música, al hacer que ciertas danzas del conjunto estuvieran coreografiadas según el género del baile español que había inspirado ese pasaje, así como remarcó el sabor romántico de la “Escena de las dríadas” tratándola a la manera del llamado “ballet blanco”, mientras que el resto de la obra desarrolla el más virtuoso estilo clásico.
Desde la primera función la versión resultó todo un éxito, no solo para el público cubano, pues ha tenido triunfos notables en la mismísima España y sus roles centrales han sido desempeñados por más de una generación de intérpretes del Ballet Nacional de Cuba. Viengsay Valdés ha hecho una personalísima creación del papel de Quiteria.
Es de desear que Don Quijote con todo su esmero académico y su desbordante espectacularidad permanezca por muchos años en el repertorio de nuestra primera compañía danzaria.

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