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Obispo Espada

1 de agosto de 2015

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200px-Obispo_EspadaAunque nombrado obispo en Cuba desde el año de 1800, Juan José Díaz Espada y Landa no arribó a La Habana hasta el 25 de febrero de 1802, para ser consagrado de inmediato en la Catedral de la ciudad. El clérigo tenía entonces 45 años.
Nacido en 1756, en la provincia de Álava, España, Espada y Landa cursó estudios en la Universidad de Salamanca y disfrutaba de excelente reputación como clérigo y hombre de cultura al ser destinado a ejercer su ministerio en la distante colonia de ultramar.
Su labor en Cuba fue notabilísima en las esferas de la educación, la salud pública y la cultura.
El obispo introdujo reformas positivas en los programas de enseñanza del Seminario de San Carlos, incorporándole materias de cultura general. A instancias suyas se establecieron las primeras cátedras de Derecho Civil y Matemáticas.
Al entrar en vigor la Constitución de Cádiz —que para los españoles representaba un paso considerable en el reconocimiento de las libertades— el Obispo Espada incorporó una cátedra de Constitución en la que se explicaban los postulados políticos de esta, y de la cual fue nombrado profesor el eminente presbítero Félix Varela.
Aún más: cuando el doctor Tomás Romay introdujo en Cuba la vacunación contra la viruela, contó desde el comienzo con el apoyo del obispo, de manera que la campaña se ejecutara no solo en la capital sino además en los pueblos del interior del país.
Sus preocupaciones por el bienestar de la población, por la educación y la salud, llevaron a Espada a estar presente, directa o indirectamente, en la realización de numerosas obras como la Escuela Náutica de Regla, la Escuela de Agricultura, las Cátedras de Química, Anatomía y Cirugía, la desecación de los pantanos en el Campo de Marte y la creación del Jardín Botánico.
Párrafo aparte merece su decisiva gestión para el establecimiento, en 1806, de un cementerio general que pusiera fin a la insalubre costumbre de realizar los enterramientos en las iglesias, una práctica cada vez menos viable dado el crecimiento lógico de la población habanera. El Liceo Artístico y Literario de La Habana se honró en contarlo entre los propulsores de sus empeños culturales.
El obispo Espada vivió treinta años en Cuba, donde murió el 13 de agosto de 1832. Para entonces, el clérigo era tenido por sus conciudadanos como un habanero más. Y en realidad lo era.

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