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No solo fue un romántico (I)

2 de abril de 2019

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A través de muchos años, la imagen que tenía de Nicolás Ruiz Espadero, era la que me ofrecía Alejo Carpentier en su libro: La música en Cuba donde, incluso, tituló ese capítulo “Espadero el romántico”; pero hace algunos años, nuestro Museo de la Música publicó un ensayo del pianista cubano Cecilio Tieles, que le sirvió para la defensa de su tesis de Doctor en Ciencias de Arte en el Instituto Superior de Arte (1992), donde a través de más de 300 páginas, ofrece una enorme cantidad de información que transformó mi pobre opinión sobre ese gran músico hispanocubano, quien no solo fue un romántico y un hombre amante de los gatos –como afirmó Carpentier– sino una insigne personalidad de la cultura cubana. Por esta razón, he decidido sacar a la luz algunas informaciones del ensayo de Tieles, al conmemorarse 187 años de la desaparición física de aquel maestro

Espadero nació en la ciudad de La Habana, el 15 de febrero de 1832, y era hijo único de Nicolás Ruiz Palomino y Dolores Espadero y Orta. Desde pequeño estuvo rodeado de arte, pues sus padres convirtieron el hogar de la calle Cuba, en un centro intelectual donde se conversaba sobre temas de literatura, política, filosofía… amén de la interpretación de obras de Mozart, Haydn, Beethoven, y otros importantes compositores; entonces no es difícil imaginar que aquel niño se sintiera atraído por el arte de los sonidos. Muy pronto fue sometido a una rigurosa y esmerada educación, primero por su madre y después por los mejores profesores de piano y composición de la época que comenzarían a dar sus frutos cuando Espadero tenía 5 años y escribió unas pequeñas piezas y, a los 8, tres mazurkas. Pero pareciera que los intereses de sus padres no estaban en la música, sino en una educación integral, pues según  afirma Francisco Calcagno en su Diccionario biográfico cubano: “los padres /…/ trataban de contrariar en lo posible sus inclinaciones filarmónicas, no permitiéndole dedicar más de media hora diaria al estudio del piano hasta los 16 años y bajo la dirección de la madre”. Sin embargo, veamos lo que dice Tieles al respecto: “Los argumentos expuestos revelan que el interés de los padres por proporcionarle una esmerada educación, no significaba forzosamente que contrariaran su vocación, como afirma Calcagno”. Y más adelante señala: “Consecuente con sus ideas, los padres barruntaron la importancia de formar un músico culto, lo que les concede un papel precursor. Resulta paradójico que la exigencia de formar  un músico culto se transformara para los biógrafos en argumentos contra los padres: ellos intentaban contrariar sus inclinaciones filarmónicas (Calcagno) o convertirlo en un abogado militar o funcionario (Carpentier)

Respecto a lo que dice Carpentier en La música en Cuba, de que el piano, con la complicidad de la madre sonaba varias horas al día cubierto con mantas para evitar ser escuchado por el padre, siempre nos pareció absurdo, porque de ese modo no se puede llegar a ser un gran pianista como lo fue Espadero. Y ahora Tieles lo reitera pero, además, dice: “Tampoco es verosímil que un clima de terror, o temor sicológico en el medio familiar, hubiese favorecido la educación de una sensibilidad artística como la de Espadero. Si agregamos a la hostilidad familiar, la circunstancia de una sociedad, si no hostil, al menos indiferente al desarrollo de las expresiones más elaboradas del arte musical, tendremos el cuadro completo. Tales obstáculos no los podía salvar el niño Espadero solo, por muy voluntarioso y talentoso que él fuese. Ni tampoco con la única ayuda de la madre, por mucho que ambos lo quisiesen. Tenían que contar con el apoyo del padre.”

Espero que lo expuesto aquí sobre Nicolás Ruiz Espadero, le haya motivado a continuar conmigo en el próximo comentario, donde le ofreceré otras informaciones incluidas en el ensayo de Cecilio Tieles.

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