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No fue sólo un romántico (II)

9 de abril de 2019

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Continúo hoy ofreciendo algunas importantes informaciones sobre Nicolás Ruiz Espadero, insigne músico cubano del siglo XIX, contenidas en el ensayo del pianista Cecilio Tieles, quien dice:

“La supuesta resistencia del padre a la voluntad del niño, pudo ser posible por dos razones fundamentales: primero, porque los criollos y los españoles no la consideraban una profesión digna; y en segundo lugar, estaba en manos de músicos negros. /…/ No obstante, algo comenzaba a cambiar en la mentalidad de los habaneros de esos años, pues se conoció un auge de niños “prodigios” como José Comellas, Adolfo Quesada y Espadero. /…/ El padre –si alguna vez estuvo realmente en contra de los deseos de su hijo- no coartó su vocación.”

Destaca Tieles que siendo Espadero un adolescente, la llegada a La Habana del pianista español José Miró, portador de una aureola de éxitos por Europa y Estados Unidos, hizo que los padres de Espadero decidieran apoyar al hijo en su deseo de dedicarse a la música y lo pusieran en manos del recién llegado. Otra presencia importante en la capital cubana fue la del destacado músico polaco Julián Fontana. En ambos, sus repertorios eran eminente románticos, donde las obras de Chopin (“el poeta del piano”) marcaron las creaciones de Espadero y sus contemporáneos. Esto hizo que Carpentier le considerara “el romántico”. Y es cierto que la creación de Espadero (quien fue alumno de Fontana) es fundamentalmente pianística, al igual que el músico polaco.

Para conocer más sobre la estancia de Fontana en  nuestro país y su influencia en la música de Espadero, le recomiendo leer la tesis de Tieles, publicada por el Museo de la Música, pues el polaco tuvo problemas con las autoridades musicales españolas, debido a sus ideales, basados en la lucha contra la injusticia y la esclavitud, que determinaron su salida de Cuba en 1846, De este modo, Miró se convirtió en el único responsable de la formación musical de Espadero.

Contando 18 años, la muerte de su padre le provocó en Espadero una profunda depresión, la cual, además, acentuó sus carácter introvertido; pero eso no implicó su indiferencia hacia la vida cultural habanera, pues según testimonio recogido por Tieles en el boletín “El Liceo de La Habana”, el 17 de mayo de 1858, actuó como solista y, por esta misma época participó en los Juegos Florales del Liceo, donde obtuvo Medalla de Oro por su Grande fantaisie cubaine o Fantaisie-ballade.  Ese mismo año compuso El lamento del poeta, más alejada del nacionalismo, cuyo poema es de Torcuato Tasso, y un año después El Liceo de La Habana editó su Melodía para voz y piano que, aunque se ha considerado alejada de la identidad nacional por su línea melódica, su texto la enfatiza: “Cuba adiós, /Patria querida / tierra de palmas y flores, / del destino los rigores / me lanza lejos de ti. / Sólo conservo memoras de mi infancia inmaculada / y una tumba triste y helada mi madre posa ahí.”

Según las investigaciones de Tieles, los éxitos de Espadero  lo sumergen “en una vorágine de trabajo artístico, obligándolo a tomar la decisión de abandonar su responsabilidad como vicepresidente de la Sección de Música del Liceo Artístico y Literario a fines de 1858, que se hizo efectiva en febrero de 1859. Es posible que ya conociera la inminencia de la edición de algunas de sus obras en París.”

Retomando la presencia del nacionalismo en Espadero, es importante destacar que ese sentimiento lo heredó de su padre, quien fue un liberal y constitucionalista militante, lo que se evidencia en obras como Potpourrit cubano cuya transcripción para violín fue realizada por su amigo José White, quien lo interpretó en el homenaje que le rindieron los habaneros para coronarlo por la fama internacional adquirida.

Sobre la relación entre Nicolás Ruiz Espadero y Gottschalk, hablaré en mi próximo comentario.

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