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Ni contando ovejitas…

31 de enero de 2014

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Entre las más temidas molestias del ser humano, el insomnio ocupa un lugar preponderante, no solo por las noches en vela, sino por las consecuencias que se derivan: cansancio, irritación, y hasta cierto aturdimiento cotidiano tanto en las tareas domésticas como en la vida laboral.

Históricamente, las consultas médicas reciben estos pacientes, a quienes orientan cambios de vida, sin obviar, fármacos que faciliten el sueño, aunque siempre advirtiendo que, al decir popular, ese “remedio es peor que la enfermedad” por el peligro de la adicción.

Como el desvelo es un mal compartido por millones de personas en el planeta, deviene interés científico mantenido, con sus correspondientes recomendaciones, algunas dirigidas a la alimentación -dietas sanas-, otras, a los ejercicios, y en general, a mejorar sus hábitos de vida.

En este último acápite se incluyen los resultados de una investigación publicada en el Journals of Gerontology; en esta ocasión, el aporte no
se aleja mucho de las otras aseveraciones: rutinas diarias para
normalizar a la hora de dormir, y por supuesto, conciliar un sueño estable, o lo que es igual, despertar menos durante la noche.

El estudio incluyó a dos grupos, uno con adultos de entre18 y 30 años, y otro, de entre 60 y 95 años. Los participantes llevaron un “diario”
durante dos semanas donde reflejaron las incidencias diurnas y nocturnas. Los psicólogos confirmaron que  la calidad del sueño mejoraba en quienes solían trabajar y comer a la misma hora todos los días. Además, la existencia de una rutina era clave en el caso de los jóvenes, pero no en las personas mayores, donde la variación de horarios se vinculó a veces con un mejor sueño, explicó la psicóloga Natalie Dautovich, autora del estudio.

La diferencia entre unos y otros abre varias interrogantes, sobre si la variación de la dinámica puede ser positiva para garantizar un buen sueño por la noche.

Aunque hay confianza en que la ciencia persiste en descifrar el misterio del insomnio a cualquier edad, un gran porcentaje de seres humanos en el mundo, espera, y sigue… contando ovejitas.

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