ribbon

Música para un ballet

12 de diciembre de 2019

|

 

 

Con motivo de la desaparición física de la inolvidable e irrepetible Alicia Alonso, prima ballerina absoluta y la más legendaria estrella de la danza mundial, dedicaré este comentario a un ballet con música del compositor Juan Piñera y coreografía de ella, para conmemorar el quincuagésimo aniversario del Ballet Nacional de Cuba y los cincuenta años de nuestra gran artista. Me refiero a “Tula”, inspirado en la vida de Gertrudis Gómez de Avellaneda.

Poseedor de un vasto y variado catálogo autoral entre cuyas obras se destacan las óperas “Amor con amor se paga”, sobre un texto original de José Martí y “La taza de café”, basada en la pieza teatral homónima de Raúl Ferrer; las partituras para obras danzarías “Germinal”, “Eclosión”, “Dédalo”, “Imago”, “Multiplex”, “Yellow dreams”, “Destellos”, “Bajo raíces”, y la música para el ballet “Juana, razón y amor”, estrenada por el Ballet Nacional de Cuba y con coreografía de Alicia Alonso quien interpretó el rol protagónico. Creo que Piñera fue la mejor selección que pudo hacerse para que asumiera la música de “Tula”, en la que Salvador Fernández asumió la escenografía y el vestuario; José Ramón Neyra el libreto; y Enrique Pérez Mesa la dirección de la Orquesta Sinfónica de Matanzas.

Recuerdo la noche del estreno mundial, en la Sala García Lorca del entonces Gran Teatro de La Habana que hoy lleva el nombre de Alicia Alonso, como homenaje perpetuo a su arte. A las 9 pm, se abrió el telón y surgió la magia de la música para apoyar cada detalle escénico: la Avellaneda nacía a la creación artística guiada, simbólicamente, por la imagen de José María Heredia, patriarca de la poesía cubana. A continuación iban apareciendo personajes teatrales o literarios creados por la Avellaneda, en cuya acción Tula refleja rasgos de su carácter o de su vida. No falta el tirano rey de Babilonia, Baltasar, hastiado de placeres y complacencias, que ordena a los soldados traer el vaso sagrado de los judíos hasta que aparecen las palabras incomprensibles que son traducidas por el profeta Daniel: ”Los días de tu reino están contados. La justicia de Dios te ha condenado”. En medio del pánico general los ejércitos de Darío, rey de los medos, invaden Babilonia, y Baltasar muere entre las llamas.

Con inigualable acierto, Piñera logra apoyar la dramaturgia escénica a través de una música que cambia de carácter según el discurso danzario, gracias a su domino de cada instrumento y del conjunto orquestal, dirigido sabiamente por el director. Y lo mismo sucede en toda la obra, que finaliza en el Teatro Tacón, cuando Gertrudis Gómez de Avellaneda recibe el más alto homenaje de la Patria conducida, simbólicamente, por Heredia hasta Luisa Pérez de Zambrana, quien le ciñe la corona de laurel forjada en oro, en presencia de los principales personajes nacidos del genio creador de la Avellaneda.

Han pasado 21 años de aquel estreno que inmortalizó la memoria de nuestra gran poeta del siglo XIX, con la dignidad que merecía, gracias a quienes participaron en cada detalle del ballet “Tula”, donde la música de Juan Piñera se destacó por su excelencia.

Galería de Imágenes

Comentarios