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Museo de Arte Colonial

24 de octubre de 2014

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San Ignacio No. 61. Plaza de La Catedral
Antigua Casa de don Luis Chacón.

El Museo de Arte Colonial reabrió sus puertas recientemente una vez finalizada su rehabilitación integral. Permanecen las salas ambientadas a la usanza de la época, que guardan con celo la memoria de un pasado atrapado en los muebles, las vajillas, los suntuosos adornos, las lámparas y la no menos importante colección de vitrales, única en su tipo, que aquí se exhibe.

1-antigua casa de luis chacón, p. mitad del XX (Small)
El edificio data de principios del siglo XVIII, su construcción se atribuye a don Luis Chacón, quien desempeñó como gobernador de la isla. En 1720 lo habitó don José Bayona y Chacón, primer Conde de Casa Bayona, quien llevó a cabo su reconstrucción por esa fecha. Posteriormente pasó a los herederos de esta sucesión familiar hasta que abandonaron definitivamente la residencia.

2-Museo de Arte Colonial, 1955 (Small)
A principios del siglo XX lo adquirió el “Colegio de Escribanos de La Habana”, para entonces fue muy frecuentado por procuradores, abogados y agentes de negocios, que tramitaban en estas oficinas documentos relativos a sus empresas. Luego fue propiedad del “Colegio Notarial”, por tal motivo su interior se transformó para adaptarlo a oficinas, estos trabajos desarrollados en 1931, estuvieron bajo la dirección del arquitecto Enrique Gil Castellanos.

O
Refieren historiadores y cronistas, que cuando radicó aquí el periódico “La Discusión” de Manuel García Coronado, aumentó notablemente el movimiento en la plaza hasta altas horas de la noche, porque el órgano de prensa fue famoso por la defensa de los ideales revolucionarios. Durante la República, la planta alta funcionó como salón de reuniones de distinguidas personalidades de la política. Cuando el periódico dejó de publicarse estaba en propiedad de Tomás Juliá, quien convirtió la edificación en museo de retratos, revistas y documentos nacionales.

4-Museo de Arte Colonial, desp. rest. (Small)
En 1942 los trabajos llevados a cabo por el arquitecto Luis Bay Sevilla, eliminaron las transformaciones realizadas una década antes y devolvió al inmueble su imagen antigua, resaltando la simetría y regular disposición de sus dos plantas y los materiales constructivos, donde predomina la piedra conchífera. En 1963 se restauró nuevamente para acoger al museo. Destacan en la construcción los valiosos techos de armadura de sus salones, los medios puntos de colores que juegan con la luz solar y el patio claustral rodeado de galerías, que le imprimen un sello de intimidad muy peculiar.

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