Museo Casa de Asia
6 de marzo de 2015
|Edificio de la calle Mercaderes No. 111 entre Obispo y Obra Pía.
Antes: vivienda y comercio.
En el año 1997 abrió sus puertas la Casa museo de Asia en la calle Mercaderes, por su peculiar arquitectura atrae al visitante que una vez en su interior, queda atrapado en la magia de sus salones de exposición, deleitados con las piezas de las colecciones que evocan los vínculos culturales y comerciales que caracterizaron nuestras históricas relaciones con el Oriente desde el siglo XVII, consolidadas en épocas posteriores hasta el presente. En la planta baja se instalaron dos comercios de exquisito diseño, sobresale “Marco Polo”, para la venta de especias que impregnan el ambiente de aromas agradables, muy frecuentado por la población.
Desde el siglo XVII la parcela que ocupa se encontraba construida y se distinguían entre sus propietarios y moradores, familias de ilustres apellidos como Castellón, Hermosilla, Luque, por solo citar algunos. Perteneció a la familia Chicano a finales del siglo XVIII y cambió indistintamente de dueños, lo mismo ocurrió en el siglo XIX. A mediados de esta centuria la adquirió el Sr. Pablo Herrera y Junco, después de su muerte sus descendientes comenzaron a arrendarla, lo que indica que desde entonces se fue dividiendo y albergó diferentes usos, que llevaron a una gradual transformación de su apariencia original y el consiguiente deterioro que ocurre unido a esto. Para entonces la primitiva fabricación se había reconstruido.
Entrado el siglo XX el Sr. Eduardo Romaguera compró el inmueble, quedando después en poder de sus familiares. Hacia 1921 pasó a Rafael Patxot y Jubert el que continuó siendo su propietario hasta la década del ’50. Si bien se utilizó como vivienda, desempeñó esta función junto a la comercial, en las accesorias que daban a la calle. Posteriormente se convirtió en vivienda de múltiples familias que tuvieron aquí su modesta morada. En la década del ‘90 se desocupó para comenzar los trabajos de restauración por parte de la Oficina del Historiador.
En la sobria edificación construida en piedra, destaca el pórtico que delimita la entrada en su fachada apaisada, elemento que evidencia el rango social de sus propietarios según fuera su decoración y prestancia, en este caso, plasma el fervor religioso de estas familias por el distintivo en cruz que sobresale a distancia. Este elemento, unido a su peculiar distribución espacial, dio a la edificación el nombre popular que la identificó por algún tiempo: “El conventillo”.
Una vez rehabilitada y convertida en Casa museo de Asia, permite al visitante entrar en contacto con esta cultura milenaria y se pueden observar los más diversos objetos que formaron parte de la decoración de opulentas mansiones, tallas de marfil y piedra, trabajos de orfebrería, porcelanas de diferentes facturas, armas antiguas y mobiliario. La institución, como promotora y divulgadora de las manifestaciones culturales del continente asiático, en sus años de existencia realiza además en su recinto exposiciones transitorias, ciclos de conferencias, eventos y presentaciones de espectáculos artísticos. Cuenta también con una biblioteca especializada que atesora valiosos ejemplares. La invitación queda abierta para disfrutar de este sitio especial en la ciudad antigua.
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