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Mucho miedo a lo que no entiendo

11 de julio de 2014

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manos diAunque hace unos meses estuve escribiendo sobre la diversidad, la diferencia y las conductas humanas que trae cuando nos encontramos frente a personas que son distintas a lo que cada uno de nosotros o la sociedad considera que es lo “bueno, normal, aceptable”, hoy retomo el tema porque algunas personas me lo han pedido, y tratando de no  repetirme, voy a la carga. Del respeto a la diversidad se habla mucho, y con justicia, porque cualquier manifestación de irrespeto, miedo, agresión, menosprecio por quien sea diferente a nosotros en cualquiera de las esferas de la vida social, personal, racial, sexual, religiosa, étnica, económica y vaya Ud., a saber en cuantas otras áreas, es repulsivo y anti humano, y la historia de la humanidad muestra enormes injusticias, millones de muertes, guerras en lo general y otros tantos males en lo particular que nos exponen lo dañino y peligroso que es no entender que la diversidad en vez de ser peligroso es muy beneficioso, porque nos surte de las experiencias de los otros, de posturas diversas ante situaciones similares, y esto, es queridos lectores, lo que impulsa el desarrollo; la diferencia que genera las contradicciones. Pero decir que es injusto y declararse en contra de estos prejuicios no es lo mismo  que actuar, y es más, agrego que hay otras formas de enfrentamiento a lo que os resulta diferente y que se manifiestan en el plano individual y que no lo percibimos como dañino como puede ser el racismo o el sexismo, y es cuando en nuestro medio más cercano, en la familia, el barrio, el trabajo, tenemos quienes piensan, actúan de manera que a nosotros no nos parece bien  y claro que no hablo de conductas delictivas, ni inmorales, que eso está por descontado que cualquiera con dos dedos de frente no acepta, sino  otros asuntos de la vida cotidiana, como pueden ser visiones diferentes de la familia y por muy maravilloso que le puede parecer a la mayoría de la mujeres tener hijos, ¿por qué mirar de soslayo y alejar a la que decidió no ejercer la maternidad? ¿O al hombre que decidió quedarse en casa para criar  a los hijos mientras que la esposa es el sostén de la familia? Así hay otras actuaciones que si no responden a nuestra imagen y semejanza de lo “que debe ser o no debe ser” la evitamos o la agredimos porque lo diferente nos provoca miedo, ira y otras emociones negativas en el ámbito de lo afectivo porque en lo racional hay también ideas preconcebidas perjudiciales. Pues llegados a este punto les puedo decir que quienes actúan de forma preconcebida y prejuiciada son incapaces de aprovechar lo que de bueno tiene la diversidad, y en términos de inteligencia emocional les falta un aspecto muy importante de la empatía, ya que esta capacidad emocional que abarca todo lo relacionado con comprender y consonar a los demás, contiene en sí misma -entre otros atributos- el respeto y buenas relaciones con personas diferentes, la comprensión de diferentes visiones del mundo, la creación de ambientes para personas diferentes y el afrontar  los prejuicios  y la intolerancia, de lo que se deriva obviamente que no solo somos empáticos cuando entendemos al otro y lo ayudamos, sino cuando somos capaces de no temer  a las críticas sociales porque nuestras conductas que pueden parecer poco convencionales o desafiantes para el resto, así que ¿Cuál es la diferencia de lo que dije al principio entre lo declarativo y lo conductual? Pues Alfredo (o Pedro o Juan) me dice que no tiene nada en contra  de la igualdad de la mujer, muestra bastante recelo cuando Juanita, María o Rosita decide ser piloto militar en vez de hacerse maestra, médico, pianista u otra profesión “más femenina”  y pese a que es la hija de un amigo, la empieza a tratar de afuera a afuera y nada de ser amigos, hasta comprobar….., o se burla de ella y apuesta que por ser mujer seguro que no logrará su objetivo,  con lo que muestra incapacidad para afrontar  los prejuicios. Pero para llegar a aceptar la diversidad hay que ser capaz ante todo de comprender al otro, ser sensible a los puntos de vista ajenos, o como se dice popularmente, ser humano. También hay que pensar en la felicidad del otro, y de manera particularmente importante, hay que ser capaz de analizar qué papel juega en el grupo donde se desarrolla la relación interpersonal el hecho de no entender al que es diferente, o sea, el daño que esto provoca para todos, para así reconocer lo beneficioso que puede ser el que los demás acepten lo que no es necesariamente  igual a uno.

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