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Miradas a una obra insignia

12 de junio de 2017

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En unos pocos años, la otrora villa de San Cristóbal de La Habana festejará, jubilosa, su medio milenio de vida. De ahí que ya se preparen los programas y las acciones que rendirán justo homenaje a una ciudad que, por sus construcciones, por su ambiente, por sus gentes, es parte de la memoria viva del mundo contemporáneo.

El más reciente encuentro de promoción literaria que cada semana reúne, en la emblemática Plaza de Armas de la otrora villa de San Cristóbal de La Habana, a quienes disfrutan la lectura de las novedades editoriales, publicadas por sellos nacionales y territoriales, estuvo dedicado, precisamente, a los 500 años de la ciudad capital.

Se presentaba en este Sábado del Libro, el volumen titulado Una obra maestra: el Acueducto Albear de La Habana, que han preparado los doctores Rolando García Blanco –como autor principal y redactor general– y Fernando Pérez Monteagudo, la máster en ciencias Lohania J. Aruca Alonso y el licenciado Alfredo Álvarez Hernández.

Publicado por la Editorial Científico-Técnica, como parte de la Colección Conmemorativa 500 Años de La Habana, este libro, estructurado en cuatro capítulos y varios anexos, acompañados con algunas fotografías, propone una enriquecedora mirada a una de las maravillas de la ingeniería civil cubana, obra insignia de Francisco de Albear y Fernández de Lara.

El Acueducto de Albear –explicaba, en la presentación de este título, el ingeniero Rafael Feitó Olivera– fue verdaderamente una obra maestra de la ingeniería universal del siglo XIX, la más importante de la Cuba colonial, que gracias a su genial concepción resolvió el gran problema del vital abastecimiento de agua a la capital del país.

Este libro –comentaba el presidente nacional de la Sociedad de Ingeniería Hidráulica de la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción de Cuba (UNAICC)– ofrece un análisis de la obra hidráulica más importante del período colonial, al exponer la historia y avatares de su construcción y resaltar la personalidad extraordinaria de su artífice, el entonces Brigadier del Cuerpo de Ingenieros de España Francisco de Albear y Fernández de Lara.

Esta investigación –según sus palabras– “constituye un minucioso trabajo de recopilación de información, no solo en bibliotecas y archivos cubanos, sino también españoles donde, al decir de su autor principal, obtuvo numerosos documentos de la época, con mapas y planos originales utilizados por primera vez, luego de un novedoso análisis científico-técnico de los notables aportes de esta brillante obra de ingeniería”.

Recordaba el ingeniero Feitó Olivera, que esta notable obra ingeniera, el Acueducto Albear de La Habana, obtuvo Medalla de Oro en la Exposición Universal de París de 1878, era considerada como una Obra Maestra de la Ingeniería del siglo XIX y, en su época, fueron reconocidos los aportes de Francisco de Albear y Fernández de Lara, quien, a dos siglos de su desaparición, es aun un símbolo para los profesionales cubanos del sector.

“Les invito –concluía– a leer este excelente libro; un apasionante, instructivo y muy bien documentado estudio sobre una gran personalidad cubana de la ingeniería y las ciencias y su célebre obra, que constituye un material histórico para las nuevas generaciones y de obligada consulta para profesionales de la hidráulica y la ingeniería civil”.

El doctor Rolando García Blanco, autor principal y redactor general del libro presentado, al intervenir en este Sábado del Libro, se refería a los temas abordados en estas páginas, que se inician con una aproximación a los primeros sistemas de abasto de agua a La Habana en la etapa comprendida entre los años 1519 y 1835, desde la Zanja Real hasta el Acueducto de Fernando VII.

Destacaba, igualmente, algunas de las características de la obra magistral realizada por Francisco de Albear y Fernández de Lara –que aun hoy abastece de agua a alrededor del 15% de la capital de la isla–, entre ellas su previsión de incluir en el proyecto un acueducto para una Habana que llegaría a 300 mil habitantes, cuando la ciudad solo contaba entonces con 100 mil personas.

Una obra maestra: el Acueducto Albear de La Habana, que ahora aparece en una primera reimpresión, se publicó originalmente en el 2002, fecha en que recibió el Premio Nacional de la Academia de Ciencias de Cuba. Un año más tarde, en el 2003, era reconocida con el Premio de la Ciudad de La Habana de Arquitectura e Ingeniería.

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