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Miguel Littin

4 de julio de 2018

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En Cuba se conocía una obra digamos que clásica de la filmografía de Miguel Littin, El chacal de Nahueltoro, interpretada por el también chileno Nelson Villagra, una película que data de 1969, tiempos en que Littín dirigía el canal 9 de la televisión de su país y que se rodó poco antes de que asumiera la presidencia de los estudios de Chile-Films, en 1971, durante el mandato presidencial de Salvador Allende.

A partir de 1973 buena parte del quehacer de Littín se materializó en el exilio, sobre todo en México, donde se estableció después del golpe que derribó a Allende, y también en Cuba.

Siempre interesado en la búsqueda de los temas sociales, del encuadre perfecto y el diálogo acertado, de su andar por los estudios y las calles habaneras, de su paso y de su creación por este archipiélago de eterno verano, quedaron entre otros los siguientes filmes, dirigidos todos por él:

La tierra prometida, que se inició en Chile y se concluyó en Cuba, en 1973.

El recurso del método, coproducción de 1978 entre Cuba, México y Francia, en adaptación de la novela homónima de Alejo Carpentier y que la crítica recibió en muy buenos términos, como ejemplo de la difícil fusión de literatura y de cine.

La viuda de Montiel, coproducción de 1979 entre México, Cuba, Colombia y Venezuela, filmada a partir de un cuento de Gabriel García Márquez y que el propio realizador estimaba que ofrecía un cuadro de “los colores de este continente”.

Alsino y el cóndor, cinta de 1982 en colaboración entre Nicaragua, Cuba, Costa Rica y México, propuesta para los Premios Oscar entre las cinco mejores películas extranjeras presentadas en Estados Unidos y acerca de la cual al revista Cine Cubano comentaba que “es una gran metáfora y un buen filme” y “más que ser condecorado con un premio cualquiera, aun por la magnitud que este tuviese, merece ser elogiado por los sabios ojos de los espectadores”.

Acta General de Chile, de 1985, que reveló la odisea de Miguel Littín tratando de filmar el rostro del Chile de entonces.

Hacedor de un cine marcado por la poética de la realidad de su patria y de Latinoamérica, Miguel Littín representa un momento de gran lucidez para el séptimo arte. Sus filmes han sido muy discutidos y hallar en ellos un acercamiento a la realidad latinoamericana de su tiempo ha sido uno de sus mayores méritos.

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