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Michael Douglas

21 de junio de 2017

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El actor estadounidense Michael Douglas (i) observa a un tabaquero “torciendo” un puro hoy, 27 de octubre de 2009, durante un recorrido por el centro histórico de la Habana Vieja (Cuba). EFE

Michael Douglas visitó La Habana sin que casi nadie se enterara… y casi lo consiguió. El área patrimonial de la ciudad lo cautivó, en ella se movió, se le vio tomar un daiquirí en el restaurante Floridita, un mojito (tal vez más de uno) en la Bodeguita del Medio –allí pidió le cantaran algunos temas de Armando Manzanero–; recorrió la Plaza de la Catedral; se detuvo en el Hostal Conde Villanueva, un sitio especial para quienes gustan de los habanos; contempló las piezas expuestas en el Castillo de la Real Fuerza y se dejó fotografiar, en lo que sin duda fue una visita privada, sin propósitos publicitarios, solo para ver y escuchar el palpitar de una ciudad y de sus vecinos.

La visita del hijo de otra leyenda del cine –el veterano actor Kirk Douglas– tuvo lugar a partir del 24-25 de octubre de 2009, se extendió por algunos días, y coincidió con la del actor Sean Penn, quien se hallaba en Cuba por segunda vez.

Los amantes del cine en Cuba han sido entusiastas seguidores del apellido Douglas. El padre protagonizó una película tan taquillera como Espartaco y otra no menos exitosa como Trapecio, el clásico del cine de guerra que es y será Senderos de gloria, amén de varias cintas que, como Los vikingos, identificaron el rostro anguloso de Kirk Douglas con la aventura y las proezas físicas.

Michael, el hijo, es reconocido por los críticos como un actor de más diversos registros y aunque no haya protagonizado filmes de tanta popularidad, sí lo ha hecho de algunos que son verdaderamente memorables: Wall Street, que le valió el Oscar de actuación en 1988; Atracción fatal, de 1987, junto a Glenn Close; e Instinto básico, de 1993, con Sharon Stone de contrafigura femenina. Quien haya visto estos filmes seguro los recordará por largo tiempo.

De su sentido de lo bueno ofrece ejemplo su Premio Oscar como productor de Alguien voló sobre el nido del cuco, en 1975, que fue protagonizada por Jack Nicholson. Por cierto, con Wall Street ganó además el Globo de Oro como actor dramático; con La guerra de los Rose mereció una nominación a este galardón en 1989, y como actor de reparto ganó con Traffic, de 2000, el Premio del Sindicato de Actores. En el 2004 se le confirió el Premio Cecil B. DeMille. Más que fructífera puede considerarse la carrera cinematográfica de Michael Douglas, uno de esos actores que se mueve en la cuerda del drama y de la comedia con igual maestría, amén de ser portador de una personalidad artística que atrae al público.

En 2010 se estrenó Wall Street 2, en que da continuidad a su personaje de la anterior, Gordon Gekko. La presencia del actor es probable que por sí sola baste para cuestionar el viejo refrán de que nunca segundas partes fueron buenas.

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