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Método genocida para Afganistán

3 de agosto de 2018

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Un bombardero de largo alcance B-52 Stratofortress de la Fuerza Aérea de Estados Unidos lanzó en las últimas horas un número récord de bombas guiadas de precisión sobre supuestos objetivos del grupo armado Talibán en el norte de Afganistán, como parte de una operación ininterrumpida de cuatro días, con un resultado nulo en cuanto a seguir impidiendo la cada vez más intensa actividad de la resistencia, que comprende también a otros grupos armados opuestos a la ocupación extranjera, encabezada por Estados Unidos, y al gobierno instalado por Washington.
Entre los objetivos figuraban varios vehículos ocupados al ejércitoque habían sido “convertidos en dispositivos explosivos”, según una información de la la cadena estadounidense Fox News.
Todo esto forma parte de una “nueva” estrategia norteamericana para Afganistán, como parte del método que está empleando el presidente norteamericano, Donald Trump, para “hacer comprender” a los talibanes que no controlarán el campo de batalla, mientras sigue boyante la entrada de sumas millonarias a la industria de la guerra.
Lo cierto es que desde que Trump ocupó la Casa Blanca se ha duplicado el número de ataques aéreos en Afganistán, sumando miles los muertos civiles e incrementando notablemente la destrucción del país, sinque aminore la actividad guerrillera, traducida tanto en acciones suicidas como en ataques de cierta envergadura contra las propias bases norteamericanas e instalaciones gubernamentales en Kabul y otras ciudades, además de que, de vez en cuando, llegan noticias acerca de que oficiales del ejército afgano hacen justicia contra quienes les proporciona los métodos para seguir asesinando a sus hermanos.
En el 2001, Washington y sus aliados agredieron e invadieron Afganistán en el marco de la llamada “guerra contra el terrorismo”. La ofensiva contra uno de los países más pobres del mundo, apartó del poder al grupo armado Talibán, pero la inseguridad sigue imperando en gran parte del territorio afgano y no pese a –como dice la propaganda de los agresores-, sino por la presencia de miles de soldados extranjeros, la mayoría norteamericanos.
Además, la reciente aparición del grupo terrorista EIIL (Daesh, en árabe) o Estado Islámico –integrado totalmente por extranjeros bajo las órdenes de las agencias de inteligencia occidentales – dificulta aún más la situación humanitaria del país e intensifica los enfrentamientos, al ser EIacérrimo enemigo del Talibán.
Un drama  del nunca acabar en el que los agresores no ocultan su intención de permanecer allí medio siglo, porque “a EE.UU., como dice Trump, no se le puede imponer límite de tiempo”.

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